En la playa…
Como todas las noches salgo a pasear con Rino, mi perro a la rambla,
Al ser otoño no hay nadie en la playa y aunque en verano no lo hago, en esta época suelo bajar a dejarlo correr libremente.
Rino no es un perro muy grande, pero sí muy inteligente y corajudo, ni bien alguien se me aproxima con malas intenciones sus ladridos atraen a medio mundo y no deja de estar junto a mí.
Esa era una noche fría, demasiado para la época, aún no entraba el invierno, pero agradable, estrellada y muy clara.
Corrimos hacia las rocas, éramos los únicos en la playa, en la rambla se veía a otras personas que como yo paseaban o corrían con sus mascotas, sus parejas o amigos.
Alrededor de las veintiuna horas estábamos junto a las rocas cuando de pronto Rino corrió más rápido y se detuvo frente a algo que no pude ver qué era, pero me acerqué más para llevarme el susto de mi vida, el cuerpo sin vida de un hombre que las olas habían depositado sobre las rocas, me miraba sin ver con angustia reflejada en sus ojos muy abiertos, aunque no tuvieran vida.
De inmediato, reponiéndome del susto marqué en mi celular el 911 y a los quince minutos estaba rodeado de policías que me hacían un sinfín de preguntas las cuales no pude contestar.
La gente comenzó a rodearnos hasta que la policía tapó el cadáver y los obligó a retirarse.
Por supuesto yo no me pude marchar, antes tendría que declarar quién era y qué hacía a esa hora y con tanto frío en aquél lugar.
Luego de explicarles los motivos por los cuales me encontraba allí y de mostrarles mis documentos, me dijeron que podía retirarme.
Rino no se separó de mi ni un segundo, estaba seguro de que todo aquello no era normal, como dije, es un perro muy inteligente.
Luego de que hubieron terminado de retirar el cuerpo del desgraciado hombre y de haberlo depositado en la arena, la policía técnica llegó a tomar nota de todo lo que vieran y encontraran, el hombre estaba vestido con un equipo deportivo, pero descalzo y parecía que no hacía mucho tiempo que hubiera muerto.
Cuando me acerqué para verlo de cerca noté que a pesar de estar frío su cuerpo, quizá por el clima y el agua helada, no estaba del todo rígido esa fue la impresión que tuve y que por supuesto dije a la policía.
A todo esto, la gente se había amontonado en la rambla y sin saber por qué también hice lo mismo, no me atrevía a irme, necesitaba saber qué le había pasado a ese desconocido.
No muy lejos una pequeña embarcación apenas se movía, era muy raro todo aquello. La policía también lo había notado y de inmediato comunicó el hecho a la marina quienes estuvieron muy pronto en la playa con un bote pequeño.
Al llegar al lugar donde el bote estaba como a la deriva los marineros subieron a él buscando alguna persona, pero en el bote no se encontró a nadie y tan pronto como les fue posible lo condujeron a la orilla.
Rino al ver el bote corrió hacia él y sin que nadie pudiera detenerlo de un salto estaba dentro del bote. De más está decir que no dejó que nadie se acercara y previendo que alguien saliera mordido, me llamaron para que lo retirara, pero Rino seguía ladrando cuando de pronto el llanto de un bebé puso en alerta a todos, subí al bote y debajo de unas humildes frazadas lo vi, un bebé muy pequeñito lloraba y tiritaba de frío.
Lo tomé entre mis brazos y le di abrigo, entre los aplausos de la gente.
De esto hace cinco años, luego de mucho tiempo recorrido pude adoptar al niño, mi esposa y yo no teníamos hijos y él fue el regalo que tanto pedíamos. Nunca supimos quién era aquel hombre no se encontraron documentos y por el ADN sólo se supo que era el padre del bebé. La muerte del padre del niño había sido por un ataque cardíaco y quizá por estar muy cerca de la proa del bote había caído al agua. Nadie lo reclamó y luego de un tiempo suficiente pudimos darle nombre y adoptarlo como nuestro, Benjamín, nombre que le pusimos al niño al no saber el verdadero, supo la historia de su padre apenas tuvo edad suficiente para entender, no podíamos dejar de decírselo, aunque nunca sepamos su verdadera historia, él merecía saber, ahora nos acompaña a Rino y a mí en las caminatas por la playa, Rino ya no corre tanto, pero cuida a Benjamín, mi hijo como nadie.
Omenia.
30/10/2023
|