Era septiembre... era domingo, un viento ágil peinaba la ciudad iluminada por un sol levantado sobre la cordillera. Los árboles de esa avenida alargaban frescas sombras sobre un pavimento sin autos. Al fondo, el horizonte daba a imaginar interminables barrios con casas iluminadas por luz natural. Más cerca, una silueta que al acercarse habló a favor de unos versos, "tienes amor por las palabras, palabras que nombran los sueños" Ese eco resuena ahora como motor del poema.
Texto agregado el 01-11-2023, y leído por 85 visitantes. (3 votos)