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La niña esperaba los días que solía comprar con su mamá su ropa de calle, uniforme escolar y principalmente zapatos. Tenía hermanas y con cada una de ellas sucedía lo mismo. Según sea el caso a veces la madre iba de compras con una, con algunas o con todas. Después de elegir ropa de interior, blusitas, o casacas, según la temporada, terminaban siempre en la misma sección.

- Ya, ahora a la zapatería.

El término de la jornada no era servirse un pastelito o un helado. Probarse distintos modelos era más placentero. La madre como líder y proveedora siempre resultaba ganadora. En cada salida de compras ella se compraba un par.

A la niña, con bajo rendimiento en varias materias en el colegio primero se le amenazaba y si no subía las notas la castigaban con no comprarle la prenda de vestir que ella más anhelaba.

- Claro, a la más porra la dejan sin zapatos. - Se quejaba.

Estas niñas escuchaban las tertulias de su madre con sus tías la vida matrimonial de cada una de ellas y otras también. Según sea los hábitos de ese marido, por ejemplo, que practique un hobby caro, que pertenezca a un club deportivo, que sea aficionado al ciclismo, aun sabiendo por ellas mismas del acuerdo que él se encargaba de vivienda, alimentación y vestuario el comentario lapidario era que a la esposa la tenía pasando penurias y sin zapatos.

En ese ambiente la joven creció, maduró y se casó.

A la fecha mantiene las mismas rutinas de compras. Con la tecnología se maneja muy bien con las tarjetas de créditos y con esto de la internet siempre está atenta a las tendencias de modas y sus ofertas. La modernidad y el afiebrado consumo le permiten mantener bien copado y actualizado tanto su clósets como el de sus hijas.

Su marido le daba importancia a sus relaciones laborales. Cada cierto tiempo organizaba actividades después de horario con sus compañeros de oficina.

Una vez, la ordenada esposa revisando el presupuesto y los gastos del hogar, con la cartola de la tarjeta crédito en mano le objetó la última reunión con sus amigos alegando que el cargo por la cena y los bajativos fue extremadamente excesiva.

Su marido bajando el perfil replicaba que dado que no era muy seguido no existía razón para preocuparse.

La esposa sin amilanarse lanzó su misil verbal utilizado para estas conversaciones

- Es para preocuparse, no tengo ni zapatos.

Texto agregado el 29-10-2023, y leído por 180 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
01-11-2023 Me encanto. TETE
31-10-2023 Buen final. Abrazo. sendero
30-10-2023 Me gustó el final, jajajaa...Muy bueno todo. MujerDiosa_siempre
30-10-2023 El relato pinta algo común a todos, pero no igual. Y le leo con agrado, aunque destaco una ración de egoismo materno. Te felicito. peco
30-10-2023 Muy bueno yosoyasi
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