Un día estaba yo sentado en la sauna, muy tranquilo y relajado. La puerta se abrió, entró el turco y se sentó frente a mí. Después de un corto saludo vino un corto silencio. Los rusos están locos, me dijo el turco, ¿ves esa mancha negra arriba de la hornilla con las piedras calientes?, pues fueron tres rusos que entraron hace unos días a la sauna con una botella de vodka. Gritaban cosas en su idioma y ya borrachos uno de ellos tiró vodka en las piedras calientes. Salió una flama enorme y casi explota la sauna. Los rusos se morían de la risa y no dejaron de reirse mientras los sacaban a la fuerza. Ya te digo que los rusos están locos y son una plaga en Alemania. En el año 2003 estaba yo con un amigo en el Arcadas, un restaurante turco en la calle Friedrich Eber, ¿lo conoces? Bueno, estábamos comiendo un döner cuando vimos a dos tipos gigantes que caminaban raro. Entraron en el Hotlegs, un bar al lado del Arcadas, ¿lo conoces? No pasó un minuto y Sasha, el dueño del Hotlegs, que en ese momento estaba solo en el bar, salió corriendo con los ojos inflamados y un labio roto, ¿conoces a Sasha? Nosotros nos acercamos para preguntarle si todo estaba bien y nos dijo que dos rusos borrachos se acercaron a la barra y le pidieron una botella gratis de vodka. Sasha les respondió que él vendía botellas, que no las regalaba y de repente ¡PUM! ¡PAM! ¡PUM!, uno de los rusos le dio tres golpes con sus manos de oso. Yo me asomé por la enorme ventana del bar y vi a los dos rusos detrás de la barra muy alegres sirviéndose vodka y comiendo galletas. En ese momento llegó un auto de la policía. Se bajó una rubia que llevaba un chaleco antibalas, una pistola, esposas, ya sabes, todo el equipo completo, y caminando como sheriff entró al bar, se acercó a los rusos y con voz seca llena de autoridad les exigió que mostraran sus tarjetas de identidad. El ruso más grande, pelón y con dientes enormes, le metió una tremenda bofetada a la rubia uniformada ¡PUM! que la hizo volar medio metro. La chica quedó tendida en el suelo y no se movió más. Su compañero, otro rubio uniformado, se acercó a ella y la sacó del bar. Te digo que los rusos están locos. Luego llegaron dos autos de policía y bajaron con dos perros pastor alemán enormes y muy bravos. Un policía le quitó la mordaza a un perro y la bestia se lanzó contra los rusos en el bar. No lo vas a creer, pero el otro ruso, con tatuajes en los brazos, esperó a que el perro saltara para cogerlo del lomo y la cola y ¡PUM! lo azotó contra la enorme ventana del bar. Por suerte la ventana no se rompió. El pobre perro salió todo cojo y con la cola entre las patas. Los policías decidieron meter el segundo perro en la jaula. Los rusos en el bar se quitaron las camisetas y gritaban en su idioma con mucha agresividad, preparados para la batalla final. Los policías no reaccionaron.

Diez minutos después llegaron tres Mercedes-Benz negros con una pequeña luz azul en el techo. Se bajaron seis tipos vestidos de civil con chalecos antibalas y enmascarados. Era la SEK, la fuerza especial alemana. Entraron al bar y en treinta segundos los dos rusos estaban tirados en el suelo con una rodilla en la nuca y las esposas en las muñecas. Los rusos se reían a carcajada suelta. Ya te digo, amigo, que los rusos están locos. Bueno, me salgo de la sauna, porque ya está muy caliente.

El turco salió de la sauna. Yo observaba la mancha negra sobre la hornilla con piedras y pensaba en los rusos locos, en el turco, en la guerra de Ucrania, en el vodka y otras cosas más.