Son días extraños, sabés? a veces sigo por inercia, y siento que el país va peor, siento que mi cuerpo va peor, siento que no existe mayor violencia que grandes apartamentos en dólares y gente sin casa. Desayuno, y topo gente hermosa que tiene que aferrarse con uñas y dientes a derechos básicos, encuentro una ministra, un gobierno, un sistema: que de frente y a todas lúces dice a la cara que las personas con discapacidad merecen menos derechos. La complicidad disca me enseña lecciones que no puedo escribir, que me cuesta explicar desde mi cuerpo oyente, pero que como la marea rompe varios esquemas que llevo dentro y que me hace ver con mayor claridad lo increiblemente fascista que son los actos nefastos que estamos viviendo. Pasan algunos carros gritando "vagos, busquen trabajo", a un grupo de personas que trabaja, estudia y que enseña luchando por conservar sus labores. La avenida no me sonríe, nunca le he encontrado la gracia al desastre urbano, lo siento, no doy, sé que hay historia y trato de abrirme a ello, pero mi corazón es potrero, y la piel de pochote no se haya acá. Una chica me sonríe, me dice que ama mis aretes, que ama mi pinta punki, le agradesco tanto porque aunque nunca puse mucho empeño en ello, la estetica me es importante pues es mi modo de encontrarme; ella lleva labial negro y unas arañitas de arete, tiene sin duda más estilo que yo, le noto en las manos una carpeta llena de hojas, todas llevan un nombre, teléfono, lugar... "¿Estás buscando trabajo?" -le pregunto, sonríe y me dice que sí, mientras se lleva sus curriculums al pecho, es jóven y tiene aún ese tono en la voz de que la vida es algo más; de que todo puede ser mejor. Me comenta que hay unos lugares por el mall, que hasta te llaman para confirmar y hasta te dan trabajo pronto, me pregunta si sé de lo que hablo, me contengo en decirle que de allí me tuve que ir porque estaba a punto de romper el espejo del baño para cortarme la garganta del hartazgo de días grises y explotación laboral: "Muchos éxitos cariño, vos podés", me ve, sonríe y me dice gracias con ese mismo tono de voz, ese que perdí hace años. Me bajo una parada antes porque siento que camino más rápido que la presa, tomo un baño, y deseo de verdad en que algo tome sentido, tengo el cuarto hecho un caos, la guitarra a veces me detesta, los discos baján el volúmen, los posters me dan la espalda. Rutina, trabajo, rutina, trabajo, rutina, comida, orinar, rutina, trabajo. Tomo algo de jugo, llevo sobría 10 años ¿Sabés? No estoy bien, pero no me hace falta tomar, es mucho dinero que no tengo. Un par de audios de amigas que quiero tanto, sobre la rutina y la derrota "cuando volvés al pueblo?", yo tan cerca del olvido. Me pongo mi chaleco, salgo de noche, no veo bien, llego al concierto, compas, humo, baile, querer olvidarse de todo, me hago fotos con gente porque hay que hacer fotos ¡Más ahora! que es tan común hacer fotos que una lo olvida, pero son importantes ¿Sabés? Porque un día cuando sentís que no das más, alguna foto perdida te puede llegar a abrazar. Nunca pensé ver a Boikot en vivo, no por fanatismo sino porque antes no iba mucho a conciertos, hoy se cumplió y bailar ayuda, es un poco esperanzador ver tanta gente cantando sobre libertad, equidad y rebeldía, lástima no fue tanta gente a la marcha pero bueno, la vida laboral y crecer jode, aparte no hay que pecar de ingenua, no todo lo que brilla es oro ni todo lo que se canta es verdad. Me gusta eso sí, dar vueltas cuando bailo, sonreir de vez en cuando, ¿Sabés? Cuando lo hago, siento que la gente que ya no está, baila conmigo; que la gente que no salió a marchar, se prepara para marchar como próximo destino.