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Cuando joven, recién egresado, la mejor forma de frenar la codicia, la ambición, el delirio de grandeza aprendida en la universidad era trabajar en una institución pública. Cómo el patrón era el estado mi conciencia se mantenía tranquila al enriquecer al país y no a alguien en particular. Los beneficios eran mayúsculos. Nunca me despedirían, menos me empobrecería, los horarios eran saludables, podía seguir estudiando y lo más importante, aunque el país se anegue lloviendo, se destruya con los terremotos, haya crisis política, económica, exista una pandemia, cualquier desgracia, todos los meses sagradamente recibiría una mensualidad.

Así fue. Gracias a unos contactos me encontré cumpliendo horario en un prestigioso establecimiento estatal. Cuál es lo negativo es que ni aun llegando a director me enriquecería. El grado se iguala a una escala única que la persona subirá con su antigüedad y se obtendrá un incentivo de acuerdo a la responsabilidad del cargo. Los empleados públicos no están sujeto a negociaciones colectivas por lo tanto es inútil formar sindicatos con ese objetivo.

Sabíamos que otros organismos, como las mineras, hidráulicas, forestales, aun siendo fiscales cada año sus trabajadores se declaran en huelga exigiendo mejoras en las condiciones laborales más un bono por cese de conflictos equivalente a unas diez veces su sueldo. Cada vez que nos enterábamos que tal empresa después del paro retornaba a la normalidad, nos deprimíamos.

Con el tiempo algo me pasó y me gustaron las empresas privadas y deseaba ser mi propio patrón. Renuncié y me dediqué a lo mío.

Por la prensa me enteré que la corporación estaba en una huelga de brazos caídos, como le llamaban. Los visité y confirmé que su movimiento era bien extraño, porque aun así recibían las remuneraciones a fin de mes. Los elegidos para las conversaciones habían logrado varias exigencias pero lo que más los motivaba para mantenerse movilizados era el bono de término de conflicto. Los delegados del gobierno les explicaban que se trabaja con un presupuesto anual. Así como es ilegal rebajarle el sueldo por mantener los brazos caídos, porque aun sin trabajar cumplían con la asistencia y almorzaban en el casino, no existe ítem para ese extraño bono de reintegro a las labores.

Lo lograron. Recibieron en las liquidaciones un beneficio igual a cinco veces su estipendio mensual.

Sin embargo al mes siguiente se encontraron que les estaban descontando la primera de veinticuatro cuotas de un préstamo con una entidad bancaria.

Texto agregado el 19-10-2023, y leído por 94 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
20-10-2023 Interesante. TETE
 
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