Aymara fue tras de ella. Era importante disminuirla y anular su magia para romper el lazo que lo ataba a Virgilio. Tan compenetrada me sentía con mi nana que podía visualizarla. Corría, sin que sus pies tocaran el suelo.
Mi amante Virgilio permanecía indiferente, sentado sobre una roca, que al tocarla me dio escalofrío, aquella laja caliente y rojiza lo dañaba. Lo tomé del brazo y él se negaba a seguirme. Acaricié su pelo, le hablé al oído y no reaccionaba. Lo jale con fuerza y para mi sorpresa descubrí que podía levantarlo como si cargara un ramo de naranjas. Lo llevé a otra roca. Volví a tallarle su pelo, a recordarle el mar, la cabaña y como si despertara de un largo sueño me veía sin saber quién era y dónde se encontraba. Levanté la cara hacia el sur. Vi a la nana que la habían cercado en un redondel de fuego. Un viento amentado me levantó y volé entre nubes amargas. «solo tienes una oportunidad, entrarás al círculo y al vuelo la sacarás. No salgas del ruedo de fuego, te elevarás rumbo al cielo, no mires hacia atrás e ignora las lenguas de fuego que estarán tras de ti y cuando sientas la brisa fresca y limpia te sales del círculo». Tomé a mi nana de la cintura y al percibir la frescura del viento regresé. Virgilio poco a poco recuperaba el sentido de realidad. Aleyda me dio un líquido ámbar que olía a mar y me ordenó que lo besara y le diera el elixir con mi boca.
Ya podía caminar y su conciencia regresaba. Lo besé de nuevo, lo inflé como una llanta y me reconoció. Alcánzame le dije y empecé a correr tras Aleyda. Y él tras de mí. Entramos a una choza donde lo dejamos. La voz de Aleyda ordenándome: «cierra los ojos y repite los rezos que te enseñé». Al abrirlos me vi, apagamos las veladoras y se escuchó el canto de los pájaros chisteadores. Regresé a mi dormitorio. De acuerdo al reloj de mi buró solo habían pasado unos minutos.
Supe que Virgilio se había quedado en el refugio de una amiga de Aleyda, para que tornara a su normalidad. Donde se encontraba era un sitio de poder y la indicación era que volviese lo más pronto a la ciudad, «No recordará nada, tal vez solo le lleguen imágenes neblineadas sin contexto». Me dijo mi nana.
«¿Y de cuando acá ya no duermes en tu cama?» le contesté que no podía dormir y fui a mi estudio a terminar una tarea. «Por un momento pensé que te habías ido a una fiesta o estarías con Aleyda en su cuarto. Tenía tanto sueño que regresé y rápido me dormí con todo y los ronquidos de tu padre».
Anoche platiqué con mi nana. Me tranquilizó escuchar que su amiga le comunicó que Virgilio ya había regresado a la ciudad y que el agua había tornado a ser clara. Una compañía minera, la misma que recogía muestras depositaba los desechos en un pozo profundo que contaminaba uno de los acuíferos que daban agua al pueblo.
Días después recibía en mi móvil la primera carita sonriente con un ramo de rosas y dos corazones. Era la señal para que yo le hablase. Días después supe que era onomástico de la abuela y que mis padres irían a pasarla con ella.
Le hablé y me dijo que deseaba verme, que tenía muchas cosas que contarme. Te espero donde siempre le contesté.
Ve con él, es un buen muchacho. Me dijo Aleyda.
Salí temprano de casa, a cada paso mi corazón tocaba en mi pecho. El viento parecía saltar sobre mi pelo. El rocío no tenía mucho que se había retirado, aún quedaban huellas entre las hojas. Silbaba.
No apareció su auto, pero sabía que venía tras de mí. Seguí el paso por la alameda, hasta que me tomó de la cintura y besó mi mejilla. Se me quedó viendo aún con restos de una mirada extraviada. No me contuve y tomándolo de las mejillas lo besé. No se lo esperaba. Respondió a mi beso. «nos pueden ver» me sonreí y lo volví a besar. «¿nos vamos?» con un movimiento de cabeza le di a entender que deseaba seguir, «abrázame», nos fuimos sin rumbo recobrando y perdiendo esquinas hasta llegar a un restaurante donde el café con pan es delicioso. Parecía no comprender. Pero yo si entendía bien lo que me sucedía. Al oído le dije ¿quieres ser mi novio? Me estrechó con sus brazos y quebrando su voz salió un sí, que lo sentí íntimo y profundo.
Volvimos a caminar por la alameda, nos sentamos. Me acariciaba diciéndome tanto que las palabras no serían capaces. Abrazados por las calles de la ciudad terminamos fatigados de tanto platicar y reír. Le dije que deseaba una nieve y entramos a uno de esos centros comerciales que todo tienen. El comió de mi nieve, yo de la suya, cruzamos las cucharas y al mismo tiempo engullimos la porción y volvimos a reír. Poco después entramos a la función de cine y nos emocionamos. El tiempo se hizo veloz y en la claridad de la noche, me dice que la institución le daría una semana de descanso. Me dejó frente a la casa y quedamos de vernos temprano en el mismo lugar.
Ahora tú serás mi mujero. Iremos a la cabaña que está entre los pinares. Había gente, me lo hizo notar, pero no le di importancia. En el restaurante disfrutamos de un café de olla con canela y panecillos de la casa. Caminamos entre los pinares por una vereda que nos llevaba hacia una cima. Cuando se haga el camino tortuoso me cargas “amamanche” le dije. Desde lo alto divisamos la cascada sentados uno al lado del otro, Las mejores pláticas de amor son con el silencio, y acurrucándose con la mirada. Regresamos con hambre y sudorosos y oliendo el fino polen que caía de los árboles. Comimos con el placer de estar juntos, y cuando íbamos a la cabaña, le dije; «nos bañaremos juntos. Y en la cama nos pondremos a ver películas. Tengo deseos de jugar contigo. De que me platiques tus planes, tus pensamientos, tus gustos, de sentirme a tu lado y por la noche no nos iremos, dormiremos con la misma sábana y podremos mimarnos, bueno si es que todavía tenemos fuerza cuando empiecen a cantar los gallos. Seré tu “hembro” y voy a caminar centímetro a centímetro por tu piel. No habrá parte de ella que no tenga tu olor, el mío. Estoy festejando la vida y tu eres lo que elegí para que me acompañase. Mañana lunes conocerás a mis padres. Y si no te arrepientes pedirás permiso para verme.
Mis padres me dieron sus razones para no casarme y les respondí que no me estoy casando. Que tampoco abandonaré mis estudios. Que soy muy joven, y me lleva unos ocho años de edad. No hay edad para enamorarse, y ¿el tiempo para que me llegue el arrepentimiento? ni yo lo sé, puede ser uno o muchos años. Supongamos, sin conceder, que en veinte años estoy hecha un río de lágrimas, no es difícil preguntarse ¿y todo ese tiempo que se vivió en armonía, se tira al bote de la basura? La vida es cambio y uno no es indemne a ese paso. Quien se crea que la vida es “y vivieron siempre felices” es bobería. Me propongo vivir día a día. Aceptar la tristeza, el dolor como parte; es sano. ¿Cómo podríamos disfrutar de una alegría si no se conoce al opuesto?
Han pasado algunos meses y mis padres han aceptado que ya no soy una niñata, que tengo carácter para enfrentarme a la vida. Aleyda en una ceremonia con Chamanes nos ha bendecido. Cuando tengo días feriados voy a su casa y me recuerda que lo que encontré en la bodega son escritos de mi bisabuelo acerca de las plantas y hongos. Y una frase inquietante: “aunque no te conozco un día me haré presente en tu vida”. Me sigue adiestrando en los quehaceres del arte del cazador, de las diferentes realidades, de cómo salirse del cuerpo y viajar. Ambas hemos ido a conocer los chamanes de las montañas de la sierra madre y entre los místicos del desierto. La sensación que te da el estar en armonía con la madre tierra, de intentar ser uno y luchar y luchas por ser mejor cada día. Que la felicidad es un ideal. Que el ayer es el ayer, y el futuro es incierto, que la vida debe de ser siempre vivida. Solamente vuelvo a ser niña cuando me refugio con virgilio. Me encanta estar bajo la regadera con él. Coincidir en llenarnos de pájaros y soltarlos al mismo tiempo con suspiros, aleteos y chillidos y después ser cobijada. ¿Qué cuánto durará? No lo sé ni me lo pregunto, solo lo vivo. Pero entiendo que nada es para siempre y lo acepto.
Fin. Mi agradecimiento a quienes siguieron la narrativa. Jamás había escrito tanto y siguiendo solo lo que me venía a la cabeza. Es cierto hay algunos desfaces en el tiempo, que la adolescente no es la tipica adolescente. Creo que el autor tiene ciertas licencias y sé también que hay jóvenes muy despiertos y adultos encerrados en su "sapiencia".
Gracias una vez más |