Al final parte 19
Muy temprano por la mañana, Oscar se despertó y sin hacer ruido salió del cuarto de Israel. Afuera en el pasillo estaba Nuria esperando a que alguno de los dos saliera.
-Señora – Oscar saltó cuando la vio en el pasillo.
-Buenos días.
-Buenos días – responde Oscar.
- ¿Te bañas?
-No, señora ¡qué pena!
-No soy señora. Dime Nuria ¿estamos?
-Sí.
-Hay una toalla en el baño.
Al salir del baño lo vio entrando al cuarto con la toalla de la cadera hacia abajo. Se veía realmente antojable.
- ¿Te bañaste? – le pregunta Israel.
-Sí. Tu mamá lavó mi ropa y me pidió que me bañara.
Israel hizo lo mismo mientras Oscar se ponía su ropa y le tendía la cama a Israel. Los dos jóvenes pasaron al comedor. Fue incómodo por las preguntas que Camila comenzaba hacer.
- ¿Dormiste con Israel? – pregunta Camila de siete años.
-Camila – le dice su mamá – pásame el pan.
-Sí, mamá.
Los dos jóvenes se sonrojaron. Camila no les quitaba la mirada a los dos jóvenes. Más tarde salieron a dar la vuelta, había mucho de qué hablar. Se sentaron en un parque, lejos de casa, lejos del hospital. Lejos de todos.
Estaban callados. Querían decir muchas cosas, pero no sabían cómo.
-Me pediste tiempo. Si quieres puedo irme.
-No te vayas – Israel le suplica – no quiero que te vayas ¿te puedo preguntar algo?
-Claro. Lo que sea.
- ¿Qué pensaste cuando me viste? – Israel quería saber.
-¿En la uni?
-Sí.
-Simplemente te vi sentado en el salón junto a Francis. Tenías los ojos llenos de miedo. Pensaba que en cualquier momento ibas a salir corriendo. Cuando se sentaron en las escaleras a desayunar conmigo, me sentí en compañía. Siempre había estado solo.
- ¿Por qué Francis y no yo?
-Primero, dijiste que cuando te enamoras entregas todo y luego yo te vi tan serio y a mí me gusta bailar, cantar, contar chistes. Pensaba que éramos muy diferentes, pero con el tiempo te fui conociendo. Y vi que somos muy compatibles.
- ¿Te llegaste a enamorar de Flavio?
-No. Sentía gratitud por él. Cuando me tocaba coger con él, era extraño. Era como si estuviera con alguien que no era de mi raza. Me gustaba estar con él, sentirlo. Era guapo. Guapísimo, lo quise mucho. Fue un gran amigo.
Los dos hicieron una pausa.
- ¿Qué sientes por mí? – Israel hizo una pregunta que tenía muchas respuestas.
-Eres alguien que ocupa gran parte de mis pensamientos – Oscar se sincera – siempre he sentido cosas por ti. Desde que te vi por primera vez. Nunca te lo dije por miedo a que me rechazaras. Cuando estuvimos juntos me terminé enamorando de ti. Siempre he disfrutado estar a tu lado. Yo te amo inmensamente.
Lo último lo dijo con la voz entrecortada. Israel secó las lágrimas del rostro de Oscar.
Los dos se quedaron callados un rato.
-Yo estuve en el parto de Francis – dijo Oscar un poco más tranquilo.
- ¿Qué dices?
-Sí. Fui a verla. Dijo tener algo de molestia. Hablamos. Se disculpó por la metida de pata. Me confesó lo que hicieron ella y Flavio. Me preguntó por Flavio y le dije todo lo que pasó. Se levantó y tuvo un fuerte dolor.
- ¿Tú qué hiciste? – Israel pregunta intrigado.
-Me atreví a pedir un doctor. Me apendejé en ese momento – dijo riendo.
-Idiota.
-Vi cómo nació. Ella lo puso en mis brazos. Tenía la piel rosa, sus ojitos estaban cerrados. Eso sí, tiene muchísimo cabello. Rizado y claro.
- ¿Todo eso ha pasado en nueve meses? Se acabó el espectáculo, Flavio murió, Francis tuvo un bebé, conoció a las personas equivocadas. Y ahora tú y yo estamos aquí. Sentados. Juntos.
-Te propongo algo – le dijo Oscar.
- ¿Qué haces? – pregunta mientras observa a Oscar levantándose de la banca y dándole la vuelta a la jardinera. Oscar se acercó a la banca de nuevo diciendo;
-Buenas tardes, desde hace rato te vi – dijo – venías con un chico bien parecido.
- ¿Qué pretendes? – preguntó Israel.
-Me presento. Me llamo Oscar Aguilar – el joven extendió la mano e Israel respondió con un apretón – soy médico y futuro geriatra ¿tú?
-Soy Israel Escalante. Soy cirujano bariatra.
- ¿De esos que engrapan la barriga?
-Algo así – Israel hizo una pausa. Se levantó y miró a los ojos a Oscar. De esas miradas profundas - Yo también te amo – Israel soltó - Algo me detenía, siempre me detuvo el miedo ¿comenzamos de nuevo? – le propuso él.
Los dos no aguaron. Por primera vez juntaron sus labios. Sin miedo, sin pena. Con mucho amor.
- ¿Quieres ir a comer? Yo invito – Oscar le preguntó a Israel que ya lo había tomado de la mano.
-Muero de hambre.
-Oye ¿Cómo sabías que era yo cuando entré a tu cuarto?
-Porque conozco tu loción – Israel respondió.
Continuará….
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