El Caballero Misterioso – octubre 2023

Dicen que cuando entro a la habitación hubo silencio y un aire de paz, que tenía el don de traer calma a donde quiera que fuera y ese día a pesar de la tragedia aquellas voces no se equivocaron.
Tres cuerpos tendidos en el cuarto llenos de flores, gemidos y llanto era la escena cuando llegó al lugar. Con paso firme, pero tranquilo entró y la buscó. La encontró llorando, sentada en un sillón al fondo y junto a ella una señora que trataba de consolarla. Las miradas se encontraron, él caminó hacia ella entre la gente que al mirarle sentía un tanto de paz. Ya de frente con un gesto compasivo mirando a sus ojos llenos de lágrimas la tomó de las manos y la abrazó. Cuentan, que después de un tiempo se supo que este caballero misterioso era como un ángel. Que a ella le había cambiado la vida de sufrimiento por días llenos de alegría y amor. Que nadie la había tratado como él y que pasó de dar lástima en el pueblo a provocar envidia .
En principio, amigos pensé que el hombre que aquí les cuento no tenía nada de extraordinario. Me imaginé que era un niño jugando al caballero, solitario, procurando justicia al desvalido y llevando la paz. Un templario estoico, un romántico empedernido que buscaba satisfacer su propio ego y sentir que era bueno, pero me equivoqué.
Por lo que me cuentan, su buena fortuna era resultado de su sagacidad y voluntad a prueba de todo y dicho sea de paso me alegra, puesto que hacer justicia con los bolsillos rotos equivale a esperar que a Dios le dé la gana atendernos. Me lo imagino callado, discreto, alegre, pero sobre todo tranquilo ante cualquier sobresalto.
No sé si esto que me contaron es parte de la historia de un gran amor o amistad inquebrantable. Lo que les puedo asegurar es que las miradas no mienten y que ni el amor ni el dinero se pueden ocultar. Tan es así, que ese abrazo que se dieron frente a mitad del pueblo fue la prueba de dos personas que llegan su hogar.
Se murmuraba que él la amaba contra toda moral, en pecado mortal. Y a pesar de eso en las noches inventaban su propia religión para sanarse las heridas. No intentaban cumplir con lo impuesto porque ante Dios todos somos pecadores y ante la perfección todos somos mediocres. Preferían vivir en la imperfección de los momentos y las personas. En ese abrazo, en ese instante donde la verdad se develó y la moral y el perjuicio dejó de tener sentido. Su pecado quedó en la memoria al verla con la tragedia a cuestas, pero feliz de ver al ser amado. Dicen, que la gente decidió rezar no por los tendidos llenos de flores sino por la salvación de dos almas que se abrazaban para que en el pecado no dejaran de amarse.
Insisto, me imagino a un caballero discreto, callado, tranquilo. Que sabía amar en silencio.