Buscó la felicidad al lado de un pintor. Los dos se enamoraron perdidamente, pero ella, al paso del tiempo, lo abandonó. Siguió buscando la felicidad y el destino le puso al frente a un músico, quién se enamoró de ella y ella de él. Al cabo de unos años, empezó a sentirse infeliz y, eso que el músico la adoraba, le cantaba a toda hora, pero nada, no fue suficiente para que ella se quedara con él toda la vida. Estaba insatisfecha con los artistas y decidió unir su vida a un chófer de una empresa estatal. Al fin parecía haber encontrado el amor. Todo marchaba a las mil maravillas, con el chófer se sentía plena. El tiempo siguió transcurriendo y ella empezó a enfriarse en todos los sentidos: Sus palabras eran frías, ni hablar de sus besos, de un momento a otro le prohibió besarla. El chófer, no aguantó más y la abandonó en plena vía, la obligó a bajarse de la volqueta y sé fue para siempre. Ante esa circunstancia se enamoró de otra mujer. Ahí fue feliz hasta que ella quiso, pues de un momento a otro se sintió infeliz al lado de ella, al punto de abandonarla sin darle explicaciones. Lo último que le quedaba era, ser feliz con ella misma. Se paró frente al espejo, sacó una pistola de la cartera y le disparó a la otra de si misma que no la dejaba ser feliz.