En busca de la fuente de poder
El astronauta despegó, iba en busca de la fuente de poder, sabía que si no se conectaba a ella, perdería todo su potencial de vida.
Le había dado la influencia a alguien que no lo merecía, se había vendido por el goce de su ego. Sus malos hábitos lo debilitaban, aún siendo una persona de familia.
Su misión a Marte era el anhelo de su vida, aún sin retorno a la Tierra, pero allí podría continuar su existencia.
Pensaba en su familia y se decía: “es mejor no pensar”. ¿Porqué negaba sus sentimientos hacia su familia? Tenía una bella esposa, dos hijos ya profesionales y una nieta amorosa, ya era abuelo y sin embargo hacía cosas de adolescente.
Su cambio fue energético y en sus emociones luego de la vacuna aplicada en la Tierra, se había disociado su alma y desde ese momento ya no fue el mismo.
Aún recibía pagos de criptomonedas de su percanta, pero en Marte no le servía de nada.
Que iluso había sido al caer en la trampa de la red y su única only fans era una bot, que le hacía vibrar la campanilla, cada vez que la veía con sus lentes virtuales y la tocaba con sus guantes con sensores, una ilusión un espejismo irreal.
Había perdido a su familia física por un capricho, una baratija una chirusa, él pensaba que su esposa no sabía de sus encuentros virtuales, de sus conversaciones por Chat de su percanta, pero se equivocaba, ella estaba al tanto de todo lo que hacía él cuando le decía: voy a comer mientras juego en el computador.
Estaba solo en un planeta con un clima hostil, vivía en un domo con otros científicos, que habían ido a repoblar Marte.
Pero este astronauta había perdido muchas semillas, las suyas propias, se creía muy prolífero, pero se engañaba a sí mismo. Esos juegos virtuales sexuales, lo habían debilitado y solo contaba con un 10% de su simiente para conservar la especie humana, ósea humanos que nacieran en Marte, pero antes debía salvarse el de su propia extinción.
Llevaban óvulos congelados en criogenia para ser fertilizados por el semen de dichos astronautas y células madres para crear un cuerpo humanoide de mujer donde depositar esos embriones de aspecto humano, lo más cercano a clones que serían sus hijos de laboratorio que vivirían en Marte junto a sus progenitores pero sin madres físicas, ¿Dónde quedaba Dios en esto? Siendo científicos no le daban cabida en sus vidas, salvo este astronauta que aún conservaba una pequeña chispa de vida en su ser, aún con todo lo desviado de su proceder podría cambiar el curso de los acontecimientos, aunque fuera su última carta a jugar, sabía que si lograba concebir un hijo fruto del amor con una mujer que amara y respetara de verdad no por capricho sería un vuelco en la especie humana, “una esperanza estaba en ciernes”.
Una mañana al ver amanecer vio un resplandor que cruzó el cielo marciano y aterrizo junto a las bases marcianas, cuando fueron al encuentro de la nave que procedía de la Tierra, se llevó una sorpresa al ver bajar de la nave a su esposa, tan fuerte fue su emoción que corrió a abrazarla y tomarla en sus brazos, se despertó en ellos el Amor dormido, ella sintió el impulso interno de viajar e ir en pos de él, su amor como mujer, su sensibilidad pudo más, surgió el perdón y el olvido de tanto dolor, y esa noche hubo una unión real entre la única pareja humana, de la cual nació un hijo de las estrellas, un niño índigo con una conciencia muy alta para guiar y enseñar que la fuente de todo poder radica dentro de uno y es el corazón, la fuente dadora de vida y unión con todos los soles de todos los sistemas solares en este universo y todos los demás.
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