A orillas del mar azul
en un día soleado.
Siento de lejos
el consuelo derramado.
El aire huele a toques
de empeños desperdiciados.


¿Qué nos queda?
El consuelo del canto
solitario de un zorzal,
deslizándose desde lo alto
de los verdes pinos.


Trino presente
en medio de la oscuridad.
Silencio de frías madrugadas
de abrazada soledad.


¡Pero qué te ha de importar a ti!
Que no sabes diferenciar
un palpitar cansado
del latido ansioso
de un corazón enamorado.


Hoy es mi alma
la que enfría la fría mañana.
La que se ahoga
en la humedad
del aire de la vida.


¡Qué te ha de importar a ti!
Que ves en estas palabras
citas cliché y frases vacías.
¡Qué sabes tú!
Si tus pensamientos
no cantan canciones de amor
en la soledad del silencio.


¡Qué sabes tú!
Que te quedaste
en la rima y la gramática
intentando sentir
el ritmo esquivo
de estos putos versos.


Hoy mi alma salió
en busca de almas,
y se encontró contigo.
Lector anónimo con ego
de poeta herido.


Semblante severo.
Lector asiduo
de acompasada mirada,
que luego de leerlo todo
no comprende nada.


¡Qué sabes tú!
Si te perdiste
en emociones ajenas.
en largas faenas,
sin sentido alguno.
¡Qué sabes tú!
De días sombríos
con olor a penas.


Y es que parado
al borde del despeñadero,
miro saltar y jugar
felices a los hombres.


¡Ay! Como se desgrana
la piedra desfallecida,
sobre el acantilado sin aliento.
Grita por hacerse sepultura
en el transcurrir del tiempo.