Fueron meses de estar a la sombra de Aymara. La enseñanza era para toda la vida y con el compromiso de transmitirlo. En su tierra, un pueblo entre las montañas de un clima templado con noches de frío y avalanchas de neblina que se tragan hasta la iglesia. Llegamos a su choza construida con barro y techo de palma. Afuera se oía el rumor del viento y el aullido de los coyotes en la lejanía. No había camas con colchón, ni frazadas suficientes para abrigarse y sin embargo tenía tibieza. Me dormí en un catre de lona y con una colcha de franela. A las cinco de la mañana cuando ella me despertó el café estaba hecho. Cuando abrió la mañana ya habíamos caminado tres o cuatro kilómetros y se veía el filo de una cañada donde el rumor de la cascada era fondo para una gran variedad de aves que pasaban volando cerca de nuestras cabezas. Nos sentamos y de la bolsa de su camisa saco alpiste y una docena de aves comían en su palma. Más tarde llegaron colibríes cuando puso miel en el hueco de su mano.
«Te traje a esta cima porque es un lugar diferente a todo lo que ves. Hay mucha energía y algunas plantas solo se dan por aquí. Pensé que no podrías llegar y que tomarías descansos. Me da gusto que hayas sido capaz de hacerlo en el primer intento. No puedes encontrar una mente sana en un cuerpo enfermo.Te das cuenta que a nuestro alrededor hay muchas rocas, en una de ellas te sentirás mejor que en las demas, cuando la localices ese será tu sitio donde tu todo recibirá la calidad y calidez de nuestra amada tierra. Por ahora vamos a identificar las plantas, y si es necesario cortar alguna de sus hojas hay que pedirles perdón y permiso. Ellas como nosotros son seres vivos con capacidad de hablar y sentir y aunque te parezca increíble tienen inteligencia. La mayor parte de las personas solo usan sus sentidos de manera vana, son capaces de ver, de mirar, pero no de observar. Oyen, pero no escuchan. Comen, pero no diferencian cada uno de los sabores, ni mucho menos la mezcla de ellos. Solo llegan a clasificar los olores en agradables y desagradables. La piel del cuerpo es un prodigio de emociones y sensaciones y tienen su manera de hablar, de hacerse escuchar. Esto es lo primero que debes de conocer, sin embargo, hay otros sentidos que con el tiempo y paciencia tendrás que despertarlos. Y aun siendo una maravilla los que tenemos, tampoco son de confiar, lo que miramos solo es un plano de la realidad y para poder entender y comprender debes de utilizar mucha energía y lo que más deteriora a nuestra fuerza somos nosotros, es decir la importancia que tenemos, que nos damos, y mira que solo somos una parte de la vida».
Los días fueron de intenso trabajo con los sentidos. El cuerpo era ejercitado por las caminatas que se hacían sobre las piedras del río. Me enseñó una marcha tipo militar, que con una venda en los ojos me hacía seguirla utilizando el oído, las vibraciones de su pisada o el olor de manzanilla que utilizaba para su pelo. Hasta que un día en la oscuridad y la neblina fui capaz de ir tras de ella. «Un día correrás detrás de mí en otros planos, agresivos y más oscuros que éste».
De vez en cuando recibía un breve mensaje de él: la gente es muy desconfiada, creen que el cambio de color del agua se debe al uso de un tipo de magia negra. Las muestras que mando a la capital se pierden. Tengo deseos de verte. Estos meses se me han hecho años. No siempre llega señal, tengo que irme a un cerro… Un día dejé de recibir sus brevedades y al principio lo atribuí a la ausencia de señal. Me empecé a inquietar cuando en más de un mes no recibí ni una carita sonriente. Aymara se dio cuenta de mi ansiedad. «Tiene más de un mes que no sé nada de él». «¿dónde dices que fue?» «al pueblo y sierra de Zacualopán» «Dices que el gato negro es un regalo que te hizo» Asentí. «Antes de que te duermas, piensa intensamente en él y trata de recordar lo que has soñado».
Las enseñanzas me habían cambiado, Mis sentidos poco a poco habían sido entrenados para que los utilizara de la mejor manera. Me hice más callada y aprendí a platicar conmigo. Lo que conocía era solo una pequeña muestra de una concepción más extensa. Un conocimiento que se había heredado de antiguas culturas. Una manera de entender la vida, que mi bisabuelo practicaba. Esa noche recorrí las vivencias que tuve con él, como es que la vida nos hizo coincidir. Fue tan intenso que lo soñé en su risa, con el fino elástico de su cuerpo cuando corríamos en la playa salpicados por la brisa y el rumor del oleaje. Lo recordé en aquella primera vez, al saber que era virgen, se detuvo. Me escuché con claridad cuando le dije que siguiera. Esa primera vez es un sello imborrable para la memoria de cualquier mujer.
Un tiempo después de estar siguiendo las indicaciones de mi nana. Entre dormida y despierta me dio la impresión de que ella estaba a un lado de mi cama. En otra ocasión la veía de pie con los brazos extendidos haciéndome la seña de la siguiera. Quería hacerlo, pero algo me lo impedía, hasta que me solté y volamos por los cielos de la ciudad. Al despertarme respiré ansiosa el viento fresco de la alborada. No sabía cómo, solo sabía que ella me esperaba en mi estudio. Fui hacia el patio oloroso a rocío. Al abrir la puerta ella estaba aluzada por una veladora. Sin escuchar sonido acaté su orden de que me arrodillara bajo la luz. Se hizo un profundo silencio y escuché en mi cabeza una voz desconocida, con un tono hueco, pero íntimo. |