Yo puedo ver todo eso que tú quieres que vea,
y puedo ser tus ojos cuando tu mirada lo ansie,
puedo ser, al mismo tiempo, tu deseo y el mío,
construir nuestra narrativa en una verdad creíble,
esa visión mediada entre tu desconcierto y el mío
anhelos y sueños que nos mantienen despiertos.
Yo puedo hacer de nuestra historia eficaz historia,
solución mediada para la insensatez consentida,
hacer de nuestra pasión algo bastante razonable,
de nuestro vértigo diario una respuesta cordial;
el equilibrado cariño que llega de manos dadas,
la serena armonía de nuestro silencio no pactado.
Yo puedo encontrarme cuando yo a ti te busco,
en una hermenéutica que no tiene traducción,
en los gestos que nos brindamos sin mirarnos,
en la retaguardia de un abrazo siempre abierto,
la sencilla respuesta de un remedio sin receta,
la imagen que no se reconoce más en su reflejo.
Puedo además creer en la misma fe que te creó,
esa religión resolutiva que formalizó nuestro mito
y vencido en el campo de batalla mi agnosticismo,
un individualismo mútuo nos unió reciprocamente,
erigidos votivos como dos deidades imaginárias,
razón inexplicable que da sentido a nuestro amor.
JIJCL, 16 de septiembre de 2023.
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