Le gustaba siempre echar basura sobre las cosas bellas. Apenas veía pintado el cielo, sin tener en cuenta al pintor, echaba toda la basura en el cuadro y se iba riendo como si fuera un bobo. Lo mismo pasaba cuando le regalaban un libro de poesía, lo recibía, apenas se despedía del autor, lo arrojaba en las cesta de basura que encontraba. En cuanto a la música, su gusto era desastroso: No tenía ni idea de música clásica, pues decía que a él le gustaba solo lo contemporáneo. Se creía perfecto, a pesar de tener una panza que le impedía hacer el amor, pues tenía grande lo que no debía tener y pequeño lo que debía tener grande.
En sí mismo llevaba muchas contradicciones; elogió a sus hijos, no le importaba que fueran menos que seres normales, él los veía como si fueran unos genios y no pasaban de ganarse la vida rebuscando de cualquier manera. A uno de ellos llegó a compararlo con Botero, el pintor de gordas; al segundo lo comparaba con Sinatra, lo curioso era que no podía ni tocar la guitarra. Al tercero lo igualaba con el primer hombre que pisó la luna y ni siquiera había volado en avión. Al cuarto lo comparaba con el mejor astrofísico y no pasaba de ser un pendejo como él. Al quinto con el atleta más veloz en los cien metros planos, su hijo andaba igual que una tortuga. Al sexto con Savater, este tonto no tenía ni la menor idea de ética y moral. El séptimo sacó la cara por la familia, es uno de los mejores futbolistas del momento, no fue como todos los errecitos. R7 no se parecía en nada al padre grasiento que lo engendró. No hacía sino hablar de este monstruo del fútbol a todas horas. Sí supiera que R7 vino al mundo como producto de una infidelidad de su mujer conmigo, se moriría de vergüenza.
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