Inicio / Cuenteros Locales / Flyinghands / Meditación de madrugada
Cuando arde el fuego del deseo, la sombra busca contenerlo en una lámpara. Quemarse hasta el ocaso es ser sincero; ser el ocaso es congelarse hasta la parálisis. Se decide entre liberar o sostener. Lo que no muere se conserva en su agonía. Es natural: arderá todo lo que toque porque me estoy incendiando; o todo se congelará porque soy un cementerio de esperanzas. Escogí la conflagración y asistí a una nueva muerte. Entonces fui escombro y ceniza, y vi claro: no vi más encierro ni defensa. Vi un juego de dados con la muerte: la incertidumbre de todo lo impermanente, el constante riesgo de descubrir el fuego. Así evolucionó el homínido. La sombra perdió su dominio al dejarse ver con la luz, se volvió antorcha. De no ser así, la herida de la sombra aferrada se hubiese enterrado bajo el hielo. Y la era glaciar te ata al infierno primordial. Congelado no se puede caminar y hay montañas que escalar. Y para ello, había que aprender a sostener el fuego. |
Texto agregado el 12-09-2023, y leído por 131
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