Andaba obsesionado de una vocal, pero a la o no le gustaban los seres sin vida propia. Le pidió que se enamorara de un número, ni corto ni perezoso se enamoró del dos. Ése número representaba bien a ese ser que no fue producto del amor, sino de la mala suerte, pues se rompió el condón. Este ser deforme vino a la tierra, más por desgracia, que por las ganas de engendrarlo, a través de un acto puro de amor. La forma de la o es perfecta ; desde cualquier punto es equidistante al ombligo del planeta; todos los puntos y caminos llevan a su corazón. Él tan solo es un adefesio con piernas y brazos, su figura no dice nada, por dentro está vacío aunque él se creé un ser divino que lo sabe todo. Sueña con un millón de letras, cuando las quiere agarrar, solo atrapa una consonante repetida, con ella no puede escribir nada.