Sé cuenta que durante la gira de un famoso cantante por Centro América, un joven le dejó un casetero en uno de los bolsillos de su pantalón. Y ocurrió casi al momento de él abordar el avión que le llevaría a otro país. El tiempo pasó y en aquel lugar estalló una guerra que duró varios años. Tiempo en que el olvidado casetero fue abierto. Y para sorpresa del cantante, dentro de él, el joven había gravado una canción extraordinaria.
Que el cantante la incluyó en uno de sus exitosos elepés. Pero el número de la cinta superó con creces, todos los otros. Produciéndole una regalía que el cantante quiso compartir con el compositor. Sin embargo, la guerra en la patria del autor sé prolongó en el tiempo y la duda acerca de su destino final, se complicó. Cosa que continuó, después del cese del movimiento bélico. Y el tiempo transcurría sin que el cantante parara de buscar información del joven.
Hasta que un día supo de su existencia y se fue a buscarlo. ¡Lo que habla muy bien del artista! Y se dice que lo encontró, le dio la regalía acumulada y poco tiempo después, quién murió fue el cantor. Pero lo que pretendo comentar, es lo que pasa en tiempo presente con la versión de mi compatriota(Blachy). Por cierto, que dicha canción tiene una estructura melódica hermosa y que se mueve dentro de una armonía simple, pero satisfactoria. Y la historia, parece tener el efecto de un cuento:
Porque se trata de un relato que crece con los segundos, mientras que quién lo escucha, va tejiendo una incertidumbre alrededor del estado físico de una mujer, qué pudo haber sido imaginaria. Pero que el que sueña con élla, al despertar, te obliga a creer que él la construyó con un objeto inanimado. Y lo confirma al asegurar de que, ‘solo’ está mi almohada. Qué mi compatriota lo cambió por: ‘sola’ está mi almohada”. ¡Qué no es lo mismo!
|