Hay gente malvada en esta vida, aún siendo de la misma sangre. Unas cuartetas para animar este Dieciocho, fiesta nacional de nuestro Chile.

Siendo lolito, atacóme mi hermana
siempre tranquilo le pedí yo tregua
pero la chica, entre maligna y ufana
gritómelo al oído: ¡Cara de yegua!

Imaginé yo mi rostro y me dio pica
y también su buen poco de pena
pensé que mi frente estaba en Arica
y mi barbilla allá por Punta Arenas.

Me acomplejó bastante la cuestión
ya que siempre he sido muy sensible
mi gran pena le dio paso a la acción
dándole curso a todo lo comestible.

Tanto alimento redondeóme la cara
y mis buenos músculos me salieron
por ensayar mis bíceps en una vara
este cabro se chifló algunos dijeron.

A mi hermana sí le gusta la crueldad
y en cuanto en la casa nos topamos
me soltó en este rostro otra verdad
que ahora la yegua cambió de amo.

Que un buen pasto estaba cenando
que el que yegua nace así se fallece
que en el hipódromo estaba pagando
para ganar diez lucas apostando trece.

Y de nuevo se me apareció esta pena
yo después de esta ya me siento frito
imaginándoseme ya esta triste escena
de llegar de place siendo gran favorito.

Hoy de viejo desto ya no me preocupo
el físico pasó a un muy segundo plano
la vieja chica de mi hermana esto supo
pero no me importa y me siento ufano.

Que una oreja ya apunte para el techo
y que la otra ya se tutee con mi boca
que mi nariz ya sea un desastre hecho
y que ahora sea el retrato de una foca.
Ahora mi hermana me mira con un ojo
yo sigo siendo yegua, mas ahora jubilada
habla ronco y ya tiene un pie bien cojo
y la diabetes la tiene para la embarrada.

¿Ganaste ayer o ya te tiraron para atrás?
me pregunta con su ironía inclaudicable
ya no la oigo con mi pie como un matraz
en el fondo, de ambos soy el más amable.

Na que hacer, para ella yo nací en un aras
y siempre fui el gran material para su funa
yegua y vieja sobreviviendo con las escaras
de la crueldad eterna por mi cara caballuna.