LAS AVELLANAS MAGICAS.
¿Recuerdas? ¿Recuerdas cuando nos llevabas a la montaña, cundo nos hacías subir las pendientes abruptas en medio del bosque nativo? Cuando avanzábamos dos pasos subiendo y retrocedíamos tres al resbalarnos sobre el calchón de hojas caídas, cuando nos cargabas sobre tus hombros y nos llevabas por entre Boldos, Quillayes, Peumos y, apellinados y enormes robles, para llevarnos finalmente hasta donde estaba el bosque de los Avellanos, de frías sombras y hermosas hojas verdes. En esa avellaneda, pasábamos el día recolectando los frutos donde yo quería encontrar la que caia desde al árbol, al escuchar el golpe sobre las hojas. Yo , me daba vueltas y removía las hojas secas donde había escuchado caer una avellana y pasaba el tiempo sin recolectar alguna. Fue entonces que me dijiste que nunca buscara la avellana que cae, porque al caer, el peso y la altura, hacian que golpeara con fuerza sobre las hojas muertas en el suelo y las daba vueltas y la avellana quedaba escondida bajo la hoja. Después el viento mueve las hojas, me dijiste y, las avellanas quedan al descubierto. Por eso nunca busques la avellana que cae, siempre trata de encontrar una al descubierto, una que tu puedas ver y cuando tomes esa, veras que muy cerca aparecerá otra y luego otra y como por arte de magia otra y otra .
- ¿y porque ? Te pregunte.
- ¡Aaaahh ¡ Me contestaste. - Porque estas son Avellanas Mágicas, se divierten contigo,
- se esconden, aparecen y desaparecen.
De regreso, al caer la tarde, cuando el crepúsculo coloreaba el horizonte al poniente, ya no veníamos nosotros sobre tus hombres, tu cargabas un enorme saco de avellanas, las que esparcias sobre unas calaminas para que terminaran de secarse al sol.
Después de casi setenta años, en la época que maduran las avellanas, vuelvo a subir a la cordillera, escalo las pendientes flotando entre las hojas caídas hasta llegar al bosque de avellanos añosos y recolecto ocres frutos a medio madurar y, a medida que cojo una aparece la otra y la otra .
De pronto una brisa suave silva en la copa de los árboles y mueve las hojas detrás mío, como si fueran pasos que se me acercan y siento tu presencia , siento que me vigilas atento a los peligros de la montaña, siento tu energía . siento tu fuerza y yo se que eres tu que acompaña en la tarea de recolectar estas avellanas que mágicamente van una a una apareciendo mientas las voy recogiendo.
Recuerdas?, recuerdas papa cuando me enseñaste que las avellanas son mágicas?, hoy nuevamente estoy aquí en la Avellaneda y no sé si es por la magia de las avellanas o es para encontrarme nuevamente contigo, con tu recuerdo, con tu energía, con tu presencia que llega en el viento.
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