Llamada inesperada.
Cuando aún se observaba la Luna y el Sol no se asomaba en el horizonte, una llamada despierta a Rodolfo.
–––Hola, atiende Rodolfo aún dormido.
–––Hola, responde una voz desconocida, tengo a su hija conmigo y si quiere volver a verla con vida deposite quinientos mil dólares en la cuenta que voy a decirle y no llame a la policía, no me costaría nada deshacerme de ella, ¿entendió?
–––¿Quién es usted? Mi hija está durmiendo en su cama, ¿por qué molesta a esta hora de la noche?
–––Fíjese por favor y verá que no está en su habitación.
Rodolfo corre hacia la habitación de Claudia y encuentra todo en orden, pero su hija no está.
Vuelve a tomar el teléfono.
–––¿Quién es usted y dónde está mi hija? Pregunta Rodolfo cada vez más nervioso.
–––Tranquilo, sólo quiero quinientos mil dólares y se la devuelvo sana y salva.
–––Usted está loco, voy a llamar a la policía de inmediato.
–––Yo que usted no haría eso, es peligroso.
–––Páseme con mi hija, necesito saber que está bien.
–––Papá dale lo que pide o me mata, se sintió al otro lado de la línea telefónica.
Carolina, la madre de Claudia se despierta al oír a su marido hablar por teléfono a esa hora y pregunta qué está pasando.
Rodolfo se lo dice y Carolina le pide a su marido que deposite el dinero para que no le pase nada malo a su hija.
Rodolfo le contesta que no tiene ese dinero, que mejor llama a la policía.
Carolina le arranca el teléfono de las manos y pregunta a dónde hay que enviar el dinero y le ruega que por favor no le haga daño a su hija.
El hombre le dice que no se preocupe, que a su hija nada le va a pasar siempre y cuando reciba el dinero que sabe muy bien que lo tiene, que haga una transferencia a la cuenta que va a darle y pronto volverá a ver a su hija sana y salva.
Rodolfo no está muy convencido de pasar tanto dinero a una cuenta sin nombre, solamente con un número, eso no le da ninguna garantía de que le devuelvan a su hija, pero Carolina le pide el número de la cuenta y hace la transferencia aún sin el consentimiento de su esposo.
La espera fue interminable, pero al fin oyen un auto en la puerta de donde baja Claudia, la hija del matrimonio.
Carolina corre a abrirle la puerta y entre lágrimas se abrazan.
Luego de las preguntas de rigor, vuelven a acostarse, aún es muy temprano, pero nadie puede dormir, menos aún Rodolfo que piensa en el dinero que perdió.
A la mañana todos se levantan temprano y a pesar de las dudas, Rodolfo va a trabajar, pensando en hacer la denuncia a la policía, aún no se resignaba a perder esa gran suma de dinero.
Rodolfo se despide de su mujer y de su hija diciéndoles que no comenten a nadie lo que les ocurrió, que de alguna manera descubrirían quién los había estafado.
Rodolfo va a su trabajo Carolina y Claudia se abrazan mientras preparan las valijas, todo había salido a la perfección, al fin podrían vivir tranquilas.
Con todo listo, madre e hija parten hacia su nuevo destino, tantos años de vivir bajo el dominio de Rodolfo había llegado a su fin, una nueva vida las esperaba lejos de aquél hombre que había puesto el dinero antes del amor a la familia.
Quinientos mil dólares era suficiente, además era menos de lo que les hubiera correspondido, pero ellas no eran ladronas, sólo deseaban lo que legalmente les correspondería y que él jamás les hubiera permitido tener. Lejos de un marido y un padre tacaño, la vida les sonreiría. Qué bien te salió el cambio de voz en el teléfono, si hasta parecía la voz de un hombre, dijo Carolina.
¿Crees tú que México sería un buen destino?
Omenia
4/9/2023