La Blanca Lechuza le decía a la rata que tenía aprisionada entre sus patas emplumadas, al tiempo que la miraba con sus grandes ojos redondos, en cuyo centro brillaba el afilado pico curvo.
-Te quiero Ratita Gris. Me encanta el color grisáceo de tu piel aterciopelada y tus patas sonrosadas. Me divierto al verte correr delante de tu cola pelada, entre los arbustos espinosos, en tu inútil pretensión de huir de mis certeras garras. Eres parte importante del paisaje, del entorno en que vivo, el que sería distinto y triste sin ti. También me encanta el sabor de tu sangre cuando te devoro en el hueco del árbol donde vivo con mis hijos y después de comerte entera, vomito tus huesos limpios y blancos-
-Yo también te quiero, Lechuza Blanca. Mi vida perdería el encanto si no tuviera que huir constantemente del peligro que eres tú para mi existencia.Al mirar tu vuelo majestuoso en la penumbra, recortando tu silueta contra la luna llena, la adrenalina recorre mu cuerpo y da sentido a mi rutinaria existencia que se alimenta de desperdicios. Eres el Ser que viene a buscarme para llevarme a lo alto en el postrer momento de mi existenia. Tu pico, al desgarrar mi carne, me libera de una vida chata y me permite optar a otra etapa de mi evolución. Cuando vomitas mis huesos, mi alma ya está muy lejos-
-Entonces, te estoy haciendo un favor al devorarte, Ratita Gris-
-Sí y espero no contaminarte con mi carne mientras me liberas, Lechuza Blanca-
-Que feliz soy al matarte Ratita Gris-
-Que feliz soy al ser muerta por ti, Lechuza Blanca-
Así sucedió en una de esas primaverales noches de Luna Llena, en que todos somos felices. |