Eres
Brisa fresca creada por las olas del mar,
que acaricia y reconforta
Mi cuerpo impetuoso, fatigoso, hastiado.
El brillo, matiz que se establece en las pupilas de mis ojos.
Dándole sentido a mi vista,
que no concibo más que mirarte y avistarte,
apreciarte e inspirarme. Al verte en todo espacio.
O hábitat.
Eres
Esas delicadas mieles,
Puras que endulza lo acres y huraños
Amparándolo en afables inciensos.
Sápido y delicioso néctar que escudriñan
Y aciertan las mariposas,
En cada pimpollo en madrigales, los edenes y mirasol.
Eres
Claror retornante aledaño al amanecer.
Dándole congratulación
A la surta de un nuevo día,
al clausurar el atardecer.
Le da probidad a inéditas ángelus.
Eres
Fosforescencia sacra
Adentrada reluciendo mi penumbraza
Y desértica morada.
Purificando senderos lóbregos y peligrosos.
Guiándome y resguardándome en cada paso
Que doy, donde quiera que estoy.
Eres un serafín pulcro
divino del cielo consignado por Dios.
Eres
El sol avivando solitarias alboradas tristes
Y días eficaces.
Eres
Minerales que requieren y absorbe la flora
Para adquirir subsistir y dar sus frutos y flores.
Eres
La perfección misma
Musa ternura belleza y amor.
Eres
Vida, eres raíz, poesía, fuente de armonía,
Devoción y amor, noble de corazón.
Eres
El cielo, eres la czarina de todos los ángeles.
Eres
Cada unas de las estrellas vistas,
Admirada y atinada en el éter.
Eres
la agradable y glacial llovizna
Que empapa y atavía las altiplanicies,
Prolongándole vida a cada árbol desapacible,
Y esperanzas y realidades
De que nada es imposible en este planeta.
Eres
La gracias de Dios descendiendo en todo lo que existe
Forjando que los arbustos desvigorizados
Retornen a vigorizarse y a dar sus acostumbradas flores.
Lo eres todo mi amor. |