Edmundo Rojas R, no herraba ni dejaba herrar; no rajaba la leña ni dejaba rajarla; no hacía el amor, ni dejaba hacerlo, pues se entrometia en todo, solo por las ganas exageradas de figurar. Un buen día, Nelson Moreno, su amo, decidió ponerle anteojeras y herrarlo, a ver qué pasaba con este burro.
Luego de herrarlo, lo fueteo tres veces en el lomo y Edmundo, salió como potro desbocado por la pradera azul. Todo lo que encontraba se llevaba por delante, por más que su amo le ordenaba detenerse, no lo hacía. No veía, ni escuchaba a nadie. Lastima, que no lo hiciera, de haberlo hecho, no se habría estrellado contra ese muro. Pronto, su amo lo llevó a que lo curaran al hospital, pero el director de urgencias le dijo a su amo:
-Debe llevarlo a una clínica veterinaria, se equivocó de lugar.
Aún así Edmundo se creé el hombre más sabio. |