La paradoja de Zenón de Elea es conocida: Aquiles puede correr más rápido de lo que avanza la tortuga pero no puede atraparla, porque cuando llega al punto en el que ella estaba antes, ya se ha movido. En la charlatanería de Edmundo Rojas Riquelme, nada es posible. Él es el rey, así nadie lo haya elegido ni puesto la corona. Siempre será el primero en todo, así salga con un chorro de babas. Nadie es mejor que él así esté dormido. En lugar de enseñar a sus estudiantes con el ejemplo, les enseña con con un montón de bla, bla, bla,y bla. Sin ser odontólogo enseña a sacar muelas, sin ser chef enseña a cocinar. Siendo un don nadie, lo sabe todo. Un día, Javier Gómez, un hombre sencillo, lo desafió a limpiar una mancha de mayonesa que había en la pared de una cafetería. Dicha mancha debería ser limpiada con la lengua. Edmundo, se negó. No le pareció correcto hacerlo, pues perdería la autoestima. Después de pensarlo mucho, le dijo:
-Puedes desafiarme a lo que quieras, menos a eso.
Javier Gómez, de inmediato le respondió:
-Te la voy a poner más fácil.
Edmundo le dijo:
-No me la pongas tan fácil, pues estoy hecho para grandes hazañas.
Enseguida, Javier le propuso lo siguiente:
-Cuando pase el Presidente, le apuntamos a la cabeza y luego disparamos. ¿Estás de acuerdo?
Edmundo, se puso pálido ante semejante propuesta. Luego de recuperar el aplomo le dijo:
-Está bien, lo haré, solo para demostrarte que siempre seré el primero.
Al día siguiente, los dos estaban en la puerta de la casa de Gómez. Ese día había un desfile, el Presidente pasaría por ahí. Primero pasó la banda de guerra del ejército de Colombia, luego los ministros y líderes sociales. Cuando pasó el Presidente, Edmundo le apuntó a la cabeza con su pene y terminó mojado él. A Gómez, se le fueron tres goticas de la risa que le dio. Enseguida, en tono burlón, le dijo:
-Quién debería estár enseñando soy yo. Sacó su pene, con un chorro potente le lavó la cabeza a Edmundo. Desde ese día se le quitó la caspa y la charlatanería. |