La distancia del tiempo hace sonreír la cicatriz
Que tu aroma, como un puñal,
Ha dejado rasgado en el velo, en las tinieblas,
Y que sangra de obstinación cada noche.

Realismo mágico: tomar el abrigo y seguir el rastro
Que tus cabellos y tu peso le dejaron encadenados.
Real maravilloso: que ni la arena del tiempo, deslizándose en la ausencia,
Haya purificado de olvido el olor en el abrigo:
Mi cráneo se llena de fuego cuando te vuelvo a oír reír en mis narices.

Desde entonces, cada amanecer,
Es una fogata donde iluminas la oscuridad más soñada
Y frente a ella me pregunto qué será de ti
Si los demonios ya te están dejando dormir
Si el destino querrá o no poner las fichas en el tablero
Si habrá o no correspondencia con el cartero.

Escribiéndote me resigno a tomar
Con un poco de pisco y azar
La amargura de actuar en el peor teatro
Donde en el cielo y el sueño pasaste como un ave
Y solo me queda verte volar por amor al arte.