Ni siquiera tenía dos dedos de frente, lo único que tenía era poco pene y una panza que resaltaba. Se creía un gato con siete vidas y tenía solo una a punto de acabar.
Le decían el oso, no por velludo, sino porque era un hazmerreir. Desde chico soñó con escribir letras doradas, cuando las letras venían hacia él, intentaba atraparlas y solo lograba atrapar la rr. Con esa consonante doble, se creía el centro de atracción, cada que se encontraba con una mujer, tan solo producía el sonido de esa letra; la punta de su lengua hacía vibrar, como sí fuera un celular viejo.
Se creía el ser más valiente y más creativo y no era capaz ni de matar a una rata, apenas la veía salía corriendo como si hubiera visto al mismo diablo. Siempre desempeñó oficios de poca monta: destapó inodoros y botó escombros, además recogió las deposiciones de las mascotas, pero el se creía Magister Dixit.

Pedro Moreno Mora