Hacer lo correcto, para muchos, está equivocado.
hacer lo equivocado, para muchos es lo correcto.
Rui Costa
Entre las insonoras palmitas y vacúas sonrisas
se viste ahora de gala la sinceridad y la verdad,
en la enajenación consentida de esa corrección,
agrado de griegos, de troyanos y videntes ciegos,
viles verdades manidas mancillan la honestidad.
El más burdo ardid es ya políticamente correcto,
contra esa incómoda distorsión de arte y ensayo,
contra la elucubración de un objetor inconsciente,
del rebelde hermeneuta con su errónea nostalgia,
obstinada defensa desatinada del crítico pensar.
La verdad única se viste de un fatuo mesianismo,
mirada a tan corto plazo, en su obligado presente
un porqué sin otro por qué y sin más conjeturas,
una razón desnaturada que es el obligado epitafio
creer en la obligada creencia, elocuente sinrazón.
El grito fue enmudecido por la más infame mano,
en improperio deselegante, en invertida catarsis,
la acusación del acusado en incrédulo mentidero,
dividido entre la pena y el análisis del discurso,
entre el decir y lo dicho, la emisión y la omisión.
En raro veredicto la razón venció a la experiencia,
ese mundo mejor es posible y todos lo sabemos:
el que calla y el que grita y la mano que ejecuta,
la única verdad es tan solamente eso, su verdad,
falacia militante, predica sin la ejemplar conducta.
JIJCL, 12 de agosto de 2023
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