Soy el antihéroe, no me encuentras salvando damas en apuros, ni enfrentando malhechores en las sombras, ni trepando árboles por mininos, aguardando recompensas futuras. No, mi labor es otra: rescatar almas en penas, a borrachos tristes y melancólicos, darles refugio de sus propios tormentos, al igual que a algún desquiciado suelto en los callejones tóxicos tristes oscuro.
Así me muestro al mundo, sin capa ni máscara que oculten mi esencia, mi "yo" es mi arma, y la empatía mi mejor defensa. Sin identidades secretas ni riquezas en reserva, soy una sola entidad, sin caretas ni fachada inversa.
No busco un cuartel, ni una baticueva o una fortaleza de soledad, mi refugio es mi propio ser, no necesito dualidad. A diferencia de Superman, no requiero ser otro para brillar, ni como Batman, el dinero no me hace volar.
Tal vez no tenga la pomposidad de los héroes clásicos, pero en la oscuridad, yo encuentro mi propio camino mágico. No me guía la admiración de las masas ni los titulares de prensa, sino la convicción de que mi ayuda vale, sin etiquetas ni trama tensa.
Soy el antihéroe, en mi simplicidad y humildad, rescatando almas, no como figura pública, sino en la intimidad. Con mis manos y mi corazón, enfrento lo impredecible y lo crudo, demostrando que a veces, ser el héroe de uno mismo es suficiente y agudo.
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