Adiós, hasta luego, hasta nunca, hasta pronto. Miro atrás y me acuerdo cuando me encontraba en aquel corredor oscuro, solitario, frío, largo, aburrido, y una especie de corrientazo atraviesa mi cuerpo lentamente.
Hoy, después de haber traspasado la puerta, y haber visto la luz de la verdad y la belleza de tus ojos negros, siento miedo al ver cerca tu partida.
Son tantas alegrías vividas a tu lado, tantos momentos hermosos que pasaron por nuestras vidas, cada mirada, cada beso, cada abrazo, cada sonrisa, cada instante de vida. Cada paisaje que al verlo con tus ojos se convertía en el paisaje más hermoso del mundo, cada aventura que sólo con un soplo de tu aliento a jazmines convertías en el pasar de tiempo más lindo e interminable. Por todo eso gracias.
Ahora, un nuevo reto llega a la vida, en aquel paisaje la luz del sol se empieza a ocultar, pues una nube no deja colar los rayos, tu partida se aproxima a paso agigantados y el temor invade mis sentidos, una angustia eterna, efímera, puya mi corazón haciéndolo desangrar lentamente, dolorosamente.
La sombra de tu partida respira sigilosamente en mi espalda, el hecho de pensar que mis despertares no serán mas a tu lado me angustia, el hecho de pensar que aquellos labios de fresa que un día me deslumbraron no podrán juntarse con los míos, me aterra, solo de pensar en la separación de mi alma con la tuya después de que un día decide entrelazarlos en el cuento de amor más bello, hace en mi una especie de suicidio o mas bien homicidio sentimental.
Pero bueno, la partida solo es el comienzo de un nuevo esperar para tenerte en mis brazos, de nuevo es un empezar para aguardar a que la próxima vez con tus besos y tu sonrisa, La angustia eterna existencial y efímera desaparezca.
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