Cómo duele el paso de los años. Como duele el sentirse viejo. Cómo duele ver que las personas a nuestro alrededor van emprendiendo un nuevo camino a tierras lejanas de las cuales sólo puedo dar fe, pues no las conozco.

El ser humano no entiende el porqué la despedida es tan dura y porqué se debe aceptar. Pero todos estamos concientes de que es una realidad ineludible, todos sabemos que algún día será nuestro turno y como hoy lloramos, llorarán por nosotros.

Es rico recordar todo el proceso de nuestras vidas y la evolución de ella. Vemos cómo cada instante de vida nos llena de felicidad o tristeza, pero igual seguimos viviendo, luchando, tratamos de no rendirnos pues ese es el verdadero proceso de madurar.

Pero el tiempo pasa y los problemas van cambiando con el, cada vez más difíciles y complicados de solucionar, pero de igual manera aprendemos de cada uno de esos instantes, pues su superación es signo de que cada día estamos más cerca de nuestra nueva vida. El ser humano es un hombre luchador que encuentra solución a lo que parece no tenerla, los problemas para nosotros son el pan de cada día, sin ellos viviríamos en un mundo de mermelada y nos hastiaríamos como dijo el gran filosofo Colombiano Estanislao Zuleta, en su escrito elogio a la dificultad.

Pero al mismo tiempo somos tan débiles y no entendemos la única cosa segura que tenemos en la vida. La muerte.

Alguna vez nos hemos preguntado:¿ qué es la muerte?. Todos sabemos que respira en nuestras espaldas, pero la ignoramos constantemente. Cuando nos hablan de ella eludimos el tema, salvo que sea muy relacionado con nosotros.

La muerte hay que mirarla con la madurez que muy poca gente tiene, es algo seguro que tenemos en nuestras vidas y que por eso mismo nos causa tanto temor. Sólo el día en que Dios crea que estamos preparados para ella, grandes, pequeños, adultos, viejos nos iremos a conocer nuestra nueva vida.
Es un error verla como castigo, pues no creo que sea justo luchar toda la vida por unos ideales para un día morir, y sin explicación alguna quedar sin más ni menos tres metros bajo tierra. Eso seria imposible y el Dios todo poderoso y creador de esta raza y de esta tierra, no lo permitiría.

Claro está, que esto sólo es un papel con un revoltijo de palabras y de sentimientos, los cuales de una o de otra manera quise plasmar en un papel, que lo más seguro es que termine en el olvido. Algún día creí que sería un buen escritor, hoy, cuando tengo la oportunidad de plasmar mis sentimientos en este pergamino, me doy cuenta que no sé escribir, pero también me doy cuenta que lo hago con sentimiento.

Los años seguirán pasando y con ellos a cada uno de nosotros nos llegara la hora de enfrentar nuestro destino en una nueva vida. Y esta es la realidad de los seres humanos.


Para Pablo Santiago, que Dios te tenga en su eterna Gloria por siempre.