Quemando etapas.
No existen dos matrimonios iguales. Así como tampoco dos personas, aunque sean gemelas, jamás serán exactamente iguales. Esta es la historia de un matrimonio como tantos el cual va quemando etapas de sus vidas, como tantos.
Se conocieron siendo aún unos jovencitos y al poco tiempo se casaron, los preparativos, el casamiento, la fiesta y la luna de miel formaron parte de la primera etapa que duró varios años.
Recibirse con un beso apasionado, formaba parte de su rutina, ir a la cama temprano sin televisor, libros ni celulares.
Después de algunos años, esa rutina fue cambiando, el televisor formaba parte de su dormitorio, algún que otro libro podía suplantarlo si no había algo interesante en dicho aparato, hasta que el televisor y los libros pasaron a segundo plano y cada uno iba a la cama no sólo más tarde, sino que ahora habían quemado otra etapa de sus vidas y pasaron a llevar sus respectivos celulares, aunque sin sonido alguno, para no molestarse entre si.
Después de un tiempo el beso de buenas noches pasó a las palabras, esas que decían, buenas noches o que duermas bien. Y otra etapa se quemaba.
Hasta que llegó el día que, en común acuerdo, decidieron que su matrimonio había terminado y que para bien de los dos, debían separarse por un tiempo para saber si en realidad aún estaban enamorados.
En este caso, ella se quedó a vivir en la casa y él tomó sus cosas y se fue, otra etapa quemada,
Por su parte ella se sintió aliviada, ahora podría volver a ser ella misma, salir con sus amigas, ir al cine o a bailar, cosas que ya hacía mucho tiempo que no hacía o simplemente tomar una copa en algún boliche con amigos.
El ya pensaba en la jovencita que trabajaba en su oficina, hacía tiempo que veía cómo ella lo observaba cuando creía que él no la miraba.
Otra etapa quemada en sus vidas.
Pero, luego de algún tiempo, ya no sentían lo mismo, ella vio cómo sus amigas y amigos, casados y con hijos, ya no la llamaban tanto, se encontraba sola en su casa sin saber si ver la televisión, leer o jugar con su celular. Se sentía sola.
El, luego de conocer más a fondo a su compañera de oficina, dejó de parecerle interesante, no se sentía atraído por una jovencita que no tenía tema de conversación, que sólo pensaba en divertirse, se sentía no solamente solo, sino también viejo, fuera de lugar. Otra etapa quemada.
Y así fue pasando el tiempo hasta que un día se encontraron pensando uno en el otro, ella miraba su celular y él el suyo esperando un milagro hasta que de pronto, uno de los dos discó el número del otro y con disculpas por haberse equivocado comenzaron una conversación.
Se dieron cita para el sábado, los dos querían saber cómo le estaba yendo al otro.
Ese sábado ella fue a la peluquería, a una tienda a comprar algo nuevo para estar presentable y a la noche se encontraron en el mismo restaurante de su primera cita.
Él elegantemente vestido con un ramo de rosas, la esperaba con miedo, aún no sabía qué le diría, ella entró más bonita que nunca y la magia volvió de pronto, esa noche el dormitorio de la casa olía a rosas y fue la noche más emocionante de sus vidas. Una nueva etapa comenzaba.
Omenia
3/8/2023
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