Los ojos le brillaban hacia adentro,
Tenía acero reflejado y lágrimas secas en los párpados,
Las pestañas reposaban serenas desdibujando la cara y los gestos contraídos, envueltos en la maraña de pelo sudado y graso.
Un deslucido abrigo era cicatero con sus piernas.
El frío las atravesaba de parte a parte, también sus pies.
Su mano izquierda, agarrotada en el bolsillo, asía con fuerza un pequeño paquete.
Sin evitar los charcos recorrió los cien metros que le separaban de la carretera. Miró a lo lejos. Calculó la fuerza que debería emplear para lanzarlo tan lejos que se perdiera de vista. Si hubiera querido hacerlo. Subió la mirada por el horizonte. Despacio. Comprobó lo gris de todo. Esa niebla. Esa puta niebla en los ojos.
Volvió a tocar el paquete. Seguía rugoso y pequeño, cotidiano. Lo sacó del bolsillo poco a poco. No soportaba las despedidas. Y lo dejó en el borde de la barandilla, casi sin mirarlo.
Luego se subió a ella, y en pocos segundos, la niebla desapareció.
- "Corten, corten"
- Otra vez se fué la puta niebla... hay que darse mas prisa
- Traed la máquina de humo... vamos vamos, no tenemos toda la mañana...

......

Los ojos le brillaban hacia adentro,
Tenía acero reflejado y lágrimas secas en los párpados,
Las pestañas reposaban serenas desdibujando la cara y los gestos contraídos...