tenía que laborar duro y parejo... había dos días feriados, es decir, días no laborables y pagables... pero para el jefe eso es un dolor de cabeza sobre todo cuando tienes compromisos que realizar y cumplir... hablé con uno que otro proveedor y les pedí esperaran hasta que se normalice todo esto de la fiesta... de mala gana comprendieron, pero eso no me hizo sentir bien pues ellos pierden la confianza en uno mismo... y para cuando se les vuelva a pedir un servicio sus ojos no volverán a ser los mismos...
llegué al laburo y noté rostros adustos y preocupados... siempre entendí que las personas con problemas no hacen las cosas bien... salí a la calle, a una bodega en la esquina... pedí dos galletas... no pagué...
volví a la fabrica cuando una luz como un diamante se puso de frente de mis ojos... cerré los ojos y aun estaba allí, navegando como una nube entre las olas de cielo... en medio de todos los operarios me eché en el piso... se me acercaron, pero levanté la mano en señal de que no me movieran... eso hicieron... me dejaron echado en medio de todo el ruido de las máquinas y una radio que mas que expresar música, brotaba ruido sin mas sentido que la locura de estos tiempos... y mientras tanto me puse a hablar con aquella luz... ya es mi hora?... me llevarás al lugar de donde vine?... o es un aviso de que jamás estoy solo y que olvidase los tontos movimientos de un mundo ciego, sordo y mudo ante la divinidad... la luz me pidió que escribiese y leyera más, pues ese es mi don... asentí... y luego la luz se alejó como si fueran mil puntos en la oscuridad de mi mundo interior...
me paré y todos empezaron a preguntar... les dije que es el corazón... que pronto les dejaré... callaron y yo volví a mi oficina y me puse a escribir acerca de aquel divino sentimiento que es la paz...