El sol atraviesa la ventana iluminando las tostadas. El aroma inusual de Domingo dista mucho del frenesí semanal.
Reemplazo el café tomado a las corridas por un mate delicioso en la privacidad de la cocina.El cuchillo agrega miel a la tostada de pan negro. Siento a mi cuerpo descansado, más vibrante.

Sus pasos se perciben en el piso de arriba. Son suaves, ya que siempre anda descalzo. Mientras se dirige al baño pienso:

-No es que me incomode tantos años hermosos que llevamos juntos.

Desciende sonriente por la escalera alfombrada. Trae un ojo entrecerrado y una sonrisa pícara.

-No es que extrañe su indiferencia por las mañanas.

Su beso es tierno. Se queda junto a mi un instante mientras acaricia mi espalda. Lo miro sentarse mientras termino el sorbo del mate.

- No es que su piyama lo desfavorezca. Yo se lo regalé.

Roba un poco del agua del termo para preparar su té. Me dice que le gusta esta mañana. Y que se parece a mi.

- No es que recuerde los días en que él ni reparaba en las mañanas.

Me pregunta si he dormido bien. Asiento con la cabeza y le sonrío.

Prepara su tostada con dulce de leche en silencio.

-No es que me moleste su hablar medido.

De repente abre más sus ojos y dice recordar algo. Un chiste que le contaron en el trabajo.
Ja, ja. Es muy bueno. Sabe que me encanta cuando me hace reír.

-No es que antes me gustara más cuando me hacía reír.

Abre el periódico comenzando por los chistes. Mientras lo mira, mira tambien de ojitos mi escote. Hace un gesto confuso con sus cejas, no queda claro qué le asombra más, si la noticia o mis tetas. Me divierte.

-No es que ya no me divierta como antes.

Anoche hubo un sexo placentero, sutil, hermoso.

- No es que añore otros sexos, ni otras formas, ni otra vida.





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Marcelo Arrizabalaga.
Buenos Aires, 5/7/2023.