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No soy una persona que le guste estar mucho tiempo encerrada, pero me encontraba haciendo unos trabajos para la facultad, llegado un cierto momento sentí un brusco aceleramiento de mi corazón. Normalmente me guía la razón, pero en ese momento de forma intuitiva decidí salir a la calle, me vestí rápidamente y empecé a caminar hasta llegar a la peatonal San Martín y entré a un bar, pedí un café.

La moza llegó rápidamente y no tardó mucho en traer mi café con leche y medialunas. ¿Azúcar o edulcorante? Azúcar. Me sentía más tranquilo, dudé si la cafeína sería buena para mi corazón palpitante. Que importa.
Abrí el sobre de azúcar, al vaciar el contenido, el azúcar quedó sobre la espuma, revolví un poco sobre la superficie y con la cuchara probé a bocados la espuma azucarada. Comí las medialunas mojándolas en el café. Me tomé lo que quedaba de la taza.

Miré a los costados, la moza no estaba ¿Era demasiado pronto para irme, pensarían que estuve muy poco tiempo? ¿Le importará a los mozos y trabajadores del lugar algo así?
¿Se acordarán quizás de alguna persona que haya tomado su merienda en un tiempo récord? No lo creo. Da igual, yo tenía que seguir con mis cosas de la facultad, pero igual estuve un ratito más con el celular. Vi a la moza y la llamé, milagrosamente me vio de inmediato, pedí la cuenta, y me dijo que ya venía.

Estuve un poco con el celular, abrí un juego porque la moza no venía. Terminé de jugar, habían pasado unos minutos. La moza estaba atendiendo a alguien, pasaron más minutos. La moza hablaba con alguien, se hacía de noche. Pasaron más y más minutos. La moza está fuera de mi campo de visión, pasaron horas. La moza, la moza, la moza. Pasaron los días, las semanas, meses, años. ¿Dónde está la moza? Décadas, siglos, milenios, una eternidad. ¿Alguna vez sentiste a la eternidad? Es una de las cosas que me aterran.

Después de la eternidad, aunque creo que no existe un después de la eternidad,
la moza llegó. No pude evitar ser relativamente simpático, pagué la cuenta, me levanté, acomodé mi campera y salí. Sentí el aire fresco y esa tranquilidad de una noche más.
Al llegar al departamento volví a ponerme con las cosas de la facultad.














Originalmente escribí el cuento en versos:


No soy una persona que le guste estar mucho tiempo encerrada,
pero me encontraba haciendo unos trabajos para la facultad,
llegado un cierto momento sentí un brusco aceleramiento de mi corazón,
normalmente me guía la razón,
pero en ese momento de forma intuitiva decidí salir a la calle,
me vestí rápidamente y empecé a caminar hasta llegar a la peatonal San Martín
entré a un bar y pedí un café.

La moza llegó rápidamente y no tardó mucho en traer mi café con leche y medialunas.
¿Azúcar o edulcorante? Azúcar.
Me sentía más tranquilo, dudé si la cafeína sería buena para mi corazón palpitante.
Qué importa.
Abrí el sobre de azúcar, al vaciar el contenido, el azúcar quedó sobre la espuma, revolví un poco sobre la superficie.
con la cuchara probé a bocados la espuma azucarada.
Comí las medialunas mojándolas en el café.
Y me tomé lo que quedaba en la taza.

Miré a los costados, la moza no estaba.
¿Era demasiado pronto para irme?
¿Pensarían que estuve muy poco tiempo?
¿Le importará a los mozos y trabajadores del lugar algo así?
¿Se acordarán quizás de alguna persona que haya tomado su merienda en un tiempo récord?
No lo creo.
Da igual, yo tenía que seguir con mis cosas de la facultad,
Estuve un poco con el celular.
Vi a la moza, la llamé, milagrosamente me vio de inmediato, pedí la cuenta, y me dijo que ya venía.

Estuve con el celular un rato más, abrí un juego porque la moza no venía.
Terminé de jugar, habían pasado unos minutos.
La moza estaba atendiendo a alguien, pasaron más minutos,
la moza hablaba con alguien, se hacía de noche.
Pasaron más y más minutos.
La moza está fuera de mi campo de visión,pasaron horas.
La moza, la moza, la moza,
pasaron los días, las semanas, meses, años,
¿Dónde está la moza?
Décadas, siglos, milenios, una eternidad.

¿Alguna vez sentiste a la eternidad? Es una de las cosas que me aterran.
Después de la eternidad, aunque creo que no existe un después de la eternidad, la moza llegó
No pude evitar ser relativamente simpático,
pagué la cuenta, me levanté, acomodé mi campera y salí.
Sentí el aire fresco y esa tranquilidad de una noche más.
Al llegar al departamento volví a ponerme con las cosas de la facultad.




Texto agregado el 30-06-2023, y leído por 316 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
04-08-2023 Ese aire de ficción de la moza que tarda una eternidad, me gustó. beethoveniano67
30-06-2023 Un deseo de que sea no tarde. mis cinco pentagramas_5_ Juan_Poeta
 
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