Reflexión
Prohibido, pero necesario
Hoy la insuficiencia renal con el aumento de la creatinina más la diabetes peleando con el azúcar, de acuerdo con el buen doctor me obligan al consumo de alimentos sin sal ni azúcar, reemplazándolos por complementos o sustitutos, los que con nostalgia de cazuelas, asados y postres me mantienen. Claro que estos reemplazos no tienen la esencia de la sal ni el romance del azúcar, que son los complementos que requieren mis órganos al igual mis músculos, tanto como lo requieren mis sentidos.
Por eso, pensando en lo que he escrito con tinta del alma quiero seguir escribiendo con la que aún queda en el tintero, siempre que el computador bastante usado coludido con mi memoria menguada me acompañen en el intento. No quiero dejar de escribir contando sobre los distintos paisajes que matizan el trayecto de mi vida.
Desgraciadamente por estos días el computador que me provee algo de sal, de un momento a otro, por ratos deja de funcionar, razón por la cual el abecedario sin el valioso aporte del azúcar que proporciona el oficio de escribir, sumándole además los trastornos orgánicos, como el incremento de la creatinina y los altibajos de la insulina, hace que todo se vuelve insípido, casi con gusta a nada.
Además de la voluntad que de alguna forma me anima, creo que puedo reparar el computador, pero lo que más necesito es… es… es… bueno, me cuesta decirlo, pero a esta altura de la vida con las pocas intenciones que me animan, no tengo pudor en decir que la única verdad es mi necesidad de ti, porque tú eres la sal y el azúcar que le da sabor a mi vida.
—Sí, necesidad de ti, sólo de ti sabrosa sal, exquisita azúcar e imprescindible esencia de mi ser.
No voy a escribir tu nombre, si quieres agrégalo tú, aunque me basta con decir que eres la mujer que por estos tiempos condimenta mi existir.
Yo no soy medico ni curandero, pero sí sé lo que necesitan mi organismo, mi intelecto y mi espíritu aventurero.
Requieren tanto de la sal como del azúcar en la justa proporción para que con la ayuda de un teclado nuevo sigan escribiendo de las variadas circunstancias que se alternan en mi vida.
De todas formas, con plena seguridad puedo expresar que: sólo tú, aunque en el tiempo cambies el calor de tu mirada, el color de tu pelo, el sabor de tus labios e incluso el aroma de tu piel, siempre serás «Musa de mis letras, sosiego de mis delirios, causante de los desvaríos de mis sentidos» la que con seguridad me puedes proporcionar esos elementos tan importantes para vivir: Sal y Azúcar, aunque el paso insensible del tiempo me obligue a reducir su consumo.
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