Quiero dormir. Me acuesto y comienzo a contar ovejas para conciliar el sueño. Una, dos, tres, cuatro, cinco ovejas, seis, siete, ocho, nue… ¡Oh, no!, la novena es rebelde y se escapa poniendo el desorden. Ahora, ¿qué hago? ¿la ignoro, la dejo que se vaya y sigo con la décima?... Suspendo el conteo, no me agrada perder una oveja, no podré dormir a gusto. Necesito ayuda, así que hago aparecer un perro ovejero y le pido que vaya en busca de la rebelde. Mientras, no logro dormir, ¿cómo hacerlo con una oveja extraviada?, solo me revuelvo en la cama fastidiado. Al poco tiempo, regresa el ovejero con la fugitiva. ¡Qué alivio! Todo puede volver a su orden. Despido al perro. Ahora puedo dormir: nueve, diez, once, doce, trece ove… zzzzzz…
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