La vida va, va y va
en las mañanas frías,
en el insomnio de las noches,
en el llanto de un niño.

Hay tantas veces vida y más vida,
que sonrojada siento
como las gotas de la garúa
refrescan mi paso.

Hay mucha música por los aires,
que construiría
una burbuja debajo de mi cama,
para silenciar toda esa sonoridad desparramada.

La vida va sostenida,
en la mano nonagenaria,
que me llevaba en mis primeros pasos,
durante mi primer verano.

La vida escupe e inunda al más dulce anhelo,
con el inmisericorde puño que lacera,
al ángel de mi cara,
hasta sangrar a mis rodillas.

Hay días buenos y días malos,
y los días grises en Lima
mezquinan de brisas frescas,
la vida continua.