Fotocapítulo 49: ¡Que adjetivos!


Hoy un colega elogió mi madurez: que yo tenía experiencia, porque era un hueón viejo y ya con pelos en el hoyo. Un Halago. En otro contexto, otra persona me dijo, riéndose: que cochino era, por lavarme los dientes en público y luego guardar mi cepillo en el bolsillo. Supiera ella que, cuando voy atrasado y salgo apurado, sin dejar de caminar abro la mochilita, saco el Kit y lavo mis dientes al aire libre o sentado arriba de la micro. Lo considero con orgullo un acto heroico higiénico. Les recuerdo a los escolares la importancia de lavarse los dientes sea como sea y hago sentir inmundo a los que no lo hicieron.

Una vez en un carrete había una odontóloga. Sin querer, la incomodé mirándole los dientes: buscaba el colmo de su profesión. Okey, la separación de mis colmillos está mal, pero no tan mal para no ser odontólogo. Luego ella tuvo que contestar a otra persona la clásica pregunta. Le tocó, como siempre, enseñar el correcto uso del cepillo. Básicamente, parecía una mímica grupal de una felación: cada uno de los contertulios con su estilo, algunas usaban la palma cerrada, otros siúticos usando apenas el pulgar y el índice; boca abierta o cerrada, otros adentro y afuera con violencia, y así no era, corrigió ella, porque era con movimientos suaves y a los lados para no dañar las encías y el esmalte. También nos aseguró que, si al lavarnos los dientes después nos enjuagábamos con agua, éramos retontos. El flúor escurría antes de activarse. Le dije que yo no, que nunca me enjaguaba, porque que a veces me tragaba la espuma dentífrica, y aquello no podía ser dañino o ganaría una demanda. Me dio la razón, pero que ella prefería escupirlo. Mi consejo es que se lo traguen, es práctico, higiénico, y da lo mismo el sabor. Me acordaba de estas cosas enfundado en mi camita listo para dormir. Pero dormir así ¡Que adjetivos calificativos los de hoy! Entonces agarré el cel y llamé a mi Madre. Pregunté sobre su día y el ardid tuvo resultado. Que era el mejor hijo y el más bonito del planeta. Luego ¡shhhss shhh huiiiiiiiooiioooo shhh! Chao mamá, se nos muere la señal. Y habiendo nivelado la suma y resta de epítetos del día, a dormir.
¡No! ¡Qué flojera levantarse! Estiro el brazo, abro la mochilita.