¿Estaremos desafiando al tiempo?
¿O el fuego habrá alcanzado a una idea, una obsesión?
¿Será la sutilidad de lo casual o una suerte poderosa?
De encontrarte otra vez, entre las acacias,
En el rojo de tus labios y los pétalos
Que adornan tu sonrisa lunar.
Encontré tu luz en todo lugar:
en mi infancia, mis sueños y memorias,
pues el atardecer de tus cabellos se confunde
con el ámbar de las cinco de la tarde.
Y en el camino de amor que recorrí,
Encontré tus acacias, sus poincianas,
Los leones jugando entre las estepas
Hirviendo de pasión vida tras vida
Con la fuerza que heredó la realeza
Para perseguirse más allá de la muerte.
Mi alma te estuvo buscando porque ya te conocía:
“¿Siempre amé los nombres exóticos, sabes?”
Repetí innumerables e inconscientes veces
Tantas como contamos en nuestra piel
Cada peca, cada beso, cada lunar,
Y pintamos estrellas negras en el tiempo
Y en cada rincón de nuestro cuerpo.
Canté tantas veces tu nombre
Y no pude quitármelo de la valentía,
Porque es una señal, una firma,
Un testamento que derrota tantas vidas:
De leonis, Delonis,
de mi animal, de tu animal,
porque eres de ti,
porque eres el sol que brilla para sí
Y también eres de mí,
Porque siempre fui el león guardián
Del jardín de rosas, de las lunas,
Que adornan aquella mirada tuya
Aquella sensación que hoy al fin conocí. |