TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / Flyinghands / Virtual (love) insanity

[C:616109]

Todo lo que ilumina la solitaria habitación es el teléfono sobre mi rostro. Veintitrés horas con dos minutos: te veo acompañada y contenta en la foto de perfil. También veo que es de hace pocos días. He sentido el calor asfixiante en el pecho hasta la garganta, ese que te deja mudo y sonrosado. No puedo evitar emocionarme y recordar que hace tan solo cuatro meses comenzamos a salir. Verás, recuerdo por completo nuestra historia.

Era agosto, se acercaba mi cumpleaños, llegaste a la puerta de la casa con una pequeña maceta y un pastel. “Cuida al cactus, solo necesita un poco de agua a diario. Si se muere, es porque le invadió la mala vibra”. Nos reímos, nos abrazamos como los buenos amigos que fuimos y no nos vimos más en cuatro meses.

La planta descansó todos ese tiempo en la habitación de Charly. La olvidé por completo en la casa tras la fiesta, pero para mi alegría sobrevivió hasta que me mudé con ellos. Era diciembre, la casa estaba desordenada por mi llegada: acomodaba la ropa, los libros, los artefactos y los muebles. El caos también reinaba en mi corazón.

Salía con una flaca que me adoraba, pero que cargaba con varios miedos: no quería empezar nada formal, no quería tomar riesgos, pero quería que estuviera pendiente de ella con la frecuencia de un enamorado. Un ciego alguna vez dijo que el amor estaba cargado de ansiedades y requiere de suma atención, a diferencia de la amistad, que puede tener largas ausencias, pero la intimidad se mantiene sin problemas.

El teléfono es un dispositivo de desamor porque aumenta esa ansiedad, esa necesidad de recibir un mensaje para estar seguro del compromiso. Cuando estaba en el colegio sentía una emoción similar por los besos, los necesitaba para confirmar que me amaban. Ahora, esa misma sabia sentimental, esa inseguridad, se ha trasladado a un mensaje de texto. Se compró un nuevo vehículo. La inmediatez de la tecnología hizo posible esta metamorfosis. Y bueno, con ello podrás deducir (lo viviste, pero quizá no lo viste; o sí lo viste, pero según tú estabas en lo correcto; no lo sé) que la ausencia más o menos prolongada en el chat era el equivalente a una discusión. Así comienza a caer una bola de nieve, hasta que llega a tu cabaña y te aplasta.

Mi papá me enseñó que cuando una situación te incomoda a este nivel, uno puede abandonarla sin más, pero había que ser franco. La primera parte del consejo lo sufrí, el segundo lo aprendí por mi cuenta. Entonces fui y le dije Mira, la verdad esto no va a funcionar, este momento de mi vida está lleno de cargas, de responsabilidades que la independencia me ha traído bajo el brazo. Prefiero que pensemos con detenimiento si vamos a continuar, darnos un espacio para ver si nos extrañamos, ¿te parece? “Sí, está bien. Te espero”. Así fue como renuncié a su amor y acudí a tu amistad, con un impulso hormonal de libertad tras romper una cadena de compromiso que no se quiere asumir.

_______________________________Hey, sé que no nos vemos hace tiempo, pero hoy tengo ganas de tomar, ¿llegas?

Sí, claro, te veo en la noche, ¿dónde?

_______________________________Aquí, en mi casa, tú dime qué compro y somos.

El vodka, pero no compres el de manzana

_______________________________¿Por qué?

Huele a pecado jajaja, el sabor me parece muy artificial, no lo soporto.

Pero si lo combinamos con la gaseosa, se alcanza un sabor similar, a fábrica. “No entiendes el detalle, es un simple gusto… Oye no, tienes que escuchar esta canción”. Vaya, solo conocía Pronta entrega, no conocía los temas underground de Virus. “Sí, tienes que oír todas Las superficies de placer”. Ahora déjame poner esta.

El resto de la noche y del año fue responsabilidad del vodka. O al menos eso quisimos creer una temporada. El desnudo que compartiríamos todo el mes de diciembre, después de trabajar, en mi cuarto a veces, en tu departamento otras, en año nuevo, en San Valentín y todo marzo. Incluso se me había olvidado que tenía una conversación pendiente… Pero no podía hacer mucho: para esas alturas ya te habías encargado de cazarme por completo. “No voy a continuar si no lo hacemos serio”.

No había forma de que me negara. Me dabas todo lo que no encontré con la otra chica, es decir, sexo con frecuencia. (¿En qué momento tuve esta prioridad? Quizá años atrás, cuando era más idiota. Quizá estuve volviendo a ser "ese" idiota. Aunque ese idiota jamás habría sido tan franco). El sudor siempre recorría nuestros cuerpos cuando nos lamentábamos de mi desempleo y la gran pérdida de dinero que me sometió a muchas semanas de hambre; o cuando recordábamos cómo era la vida antes de que tus padres fallezcan y te dejen a cargo de tu pequeña hermana, cuando ni siquiera podías contigo misma. Teníamos eso en común. Ninguno de los dos podía consigo mismo. Sí, nos abrimos el pecho y vimos un par de vacíos enormes. Creímos que uno podría con el otro y fuimos alimentando esa esperanza con música y días enteros juntos. “¿Y el cactus?, ¿dónde lo dejaste?”.

Entonces empezó la ansiedad. El teléfono tenía que vibrar como mínimo cada dos horas. Si demoraba ocho o nueve, con seguridad discutíamos. “Tienes una reputación de mierda, me podrías estar engañando”. El amor es independencia, es aceptar que el otro es libre y contemplarlo, de lo contrario se vuelve dependencia. Cuando dependes de alguien y no lo tienes, lo terminas odiando. ¿Puedes tratar de comprenderme? Valoro más cuando estoy contigo, cuando tenemos mucho que contarnos. “Oye no, el amor no es así, el amor es fundirse uno con el otro, tienes que estar siempre para mí, sino ¿cuál es el sentido de estar emparejados? Si no te siento, si no estás ahí conmigo, es como estar con un fantasma”. Sabes, voy a vestirme, ya vamos como dos horas dándole vuelta a lo mismo. “¿Vas a comerte esas pasas borrachas que te traje?” No, cómelas tú cariño, a mí nunca me gustaron las pasas.

El cactus estuvo varias semanas en el cuarto de Charly, a pesar de que siempre pude recogerlo. Sus hojas empezaron a secar. Regarla era un olvido que me permití por varios días, muchas veces con intención. Siempre olvidaba regresarla a mi habitación. Tú, en cambio, fuiste dejando otros regalos en ella. Mis galletas favoritas, el collar de lapislázuli y ese polo tuyo que decía:

Those who don't know history are condemned to repeat it
Those who don't know history are condemned to repeat it
Those who don't know history are condemned to repeat it

Me pareció hermoso, ¿sabes? Este mensaje, el no ser consciente del pasado de uno lleva a las regresiones. Cuando estaba en primer año de la universidad, estuve con alguien y ardimos hasta la ceniza. Íbamos juntos de arriba abajo. Empezábamos el día y ella ya estaba saliendo de su casa para la mía. O viceversa. Perdimos muchas clases, pero no eran esenciales. Pero el amor se agota, ¿sabes? Cuando dejas de crearlo por tu cuenta y se lo das a alguien más, todo se consume. En algún punto nos terminamos odiando por dentro, pero de nuestros labios se derramaban los más dulces “te amo”, aunque fueran mentira. Era una especie de Guerra Fría. Y todo ello te lo digo ahora: me parece curioso que hayas sido tú quien me regaló este polo.

Diablos, otra hoja cayó. Aquel día, después de hacerlo, nos dio por discutir unos minutos. El tópico de siempre: la falta de atención, “¿Por qué no me riegas?” Porque podría ahogarte, porque quiero que tengas tiempo para ti y que ese mismo también sea para mí. Necesito hacer y cumplir mis tareas. Ya había estado con alguien que me enseñó esa libertad. Fueron dos años de estabilidad. Ella tenía objetivos, estaba centrada en lo suyo y su interior emocional era pura riqueza. No necesitaba de mí siempre, tenía su propia base, ¿sabes? “¿Ah sí? ¿Y por qué no te quedaste con ella en lugar de comparar a dos personas diferentes?” Porque soy un imbécil. “Me llegas, en serio”. Pues deberíamos terminar, ya estoy harto.

A la mañana siguiente, me quité el collar azul y lo cambié por el cuarzo que uso siempre. Sin embargo, en la tarde me escribiste y volvimos a fojas cero.

_______________________________Sí, claro, puedes venir, te espero.

Cuando entramos a mi habitación, con la mirada desolada, observaste el cactus más que desnutrido. Aun así, necesitábamos, por adicción o costumbre, de esa poción de amor que se nos iba drenando de a poquitos, y que a pasitos se agotaba. Esa noche quisimos creer que las gotas de amor eran como la gasolina: un poco de fuego bastaría para hacer combustión, para arrancar unos kilómetros más. Y con ello arrancamos. Ardimos y reposamos como carbón sobre bajo una parrilla.

Sabes, por días me estuve mentalizando en lo mucho que me gustas, lo mucho que te quiero y todo lo que hiciste por mí. Voy a ser fuerte, quiero intentarlo mejor. “Ya, está bien, pero quiero preguntarte algo”. Dime, qué pasó. “¿Por qué mataste al cactus?” Yo no lo maté. “¿Por qué lo descuidaste?”. No pude responder, también me había marchitado.

Ahora la maceta está en el fondo del tacho, que en otra época albergó todo el papel con que secábamos nuestro sudor. También boté el espejo donde te tomaste un selfie. Se rompió hace poco. Bastaba mirarse en él para entenderlo todo y renunciar sin chistar al amor ya quemado. ¿Recuerdas que dije que el celular era el dispositivo del desamor? Fue así como terminó todo, hace pocos días nada más: con un

Sabes, estuve pensando mucho lo nuestro y creo que lo mejor que podemos hacer es terminar. Espero que nuestra amistad perdure.

_______________________________Vale, está bien.

En otro tiempo, hubiera luchado por mantener ese apego, pero estoy cansado de no dejar marchitar lo que tiene que morir.

Y antes de mandar este último mensaje, veré tu foto una vez más. Para abrigar la esperanza de que él sí podrá regarte como necesitas. Tú tranqui, yo estaré bien.

Texto agregado el 12-06-2023, y leído por 200 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
14-06-2023 Quedé atrapada con tu texto, su actualidad, la rapidez con la cual suceden las cosas, el amor y el desamor. Ah, ese cactus!, y el decidir entre apego o desapego: genial. (Vale: esa expresión trae a mi memoria el lenguaje mediterráneo) Vent
14-06-2023 Me gustó mucho, por lo actual. Morirse
14-06-2023 Excelente cuento, un bello descubrimiento. te felicito viento_sur
13-06-2023 Me detuve a leer este cuento con la seriedad que se le debe. Me gustó. Incluso el estilo suave y superficial, que al principio creí de adolescente pero que luego me hizo recordar mi otrora levedad treintañera (muy "cool"). Creo que, subjetivamente hablando, si se profundizara más psicológicamente, del tipo Dostoievski, el cuento alcanzaría cotas mayores porque se lo merece. Saludos. ValentinoHND
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]