Entre dos poderes.
Dicen que cada ser humano llega a este mundo con su pasado, su presente y su futuro a cuestas sin que lo sepan.
No estoy muy segura de esto, pero quizá sea cierto.
Sebastián llegó a este mundo hace muchos años, al seno de una familia de campesinos que ya tenía seis hijos, es decir que él fue el séptimo hijo varón.
Su padre que esperaba una niña, la que nunca habían podido tener, se sintió un tanto decepcionado, aunque jamás al punto de no querer a su nuevo hijo.
El niño creció con amor junto a sus padres y hermanos y debido a la edad, su madre ya no podía tener más hijos y él pasó a ser el más mimado de la familia, era el hijo menor y al que más atención le daban, los otros ya eran grandes y también lo consentían.
Sebastián siempre fue un niño difícil desde muy temprana edad solía gastar bromas a sus compañeros y más de una vez sus padres tuvieron que ir a la escuela debido a alguna de sus travesuras que al pasar de los años dejaron de ser tales para convertirse en cosas peores.
Lastimar hasta a sus hermanos era algo cotidiano y a pesar de las penitencias, parecía no distinguir entre el bien y el mal.
Al cumplir los trece años, lo encontraron cortándole las orejas a un compañero debido a que lo había llamado, anormal.
El profesor lo encontró con un trozo de una de las orejas del otro muchacho que entre gritos y llantos llamaba a alguien para que lo socorriera cuando estaba a punto de cortarle la otra.
Por supuesto, fue expulsado del liceo y sus padres no pudieron hacer nada.
Ellos sabían de lo que era capaz el muchacho y ni con las medicinas que le daba su médico pudieron hacerle ver lo malo que era.
No era una familia rica por lo que decidieron que si su hijo no podía estudiar lo correcto sería que trabajara en el campo con su padre.
Al amanecer, su padre lo despertó diciéndole que debía levantarse y desayunar porque saldrían a trabajar los dos.
Sebastián no dijo nada, al contrario, le parecía divertido ya que no tenía ni la más mínima idea del trabajo que le esperaba.
Aquel fue un largo día, pero no para Sebastián sino para su padre, jamás imaginó las cosas que su hijo era capaz de hacer.
Al ordeñar las vacas, llegó a cortarles las ubres para ver si la leche salía más rápido, lo malo fue cuando quiso ordeñar al toro confundiéndolo con otra vaca ya que no le agradaban los animales y nunca había tenido contacto físico con ellos, sus padres conociéndolo, no lo dejaban acercarse.
Los días siguientes hizo tantas barbaridades que su padre ya no pudo soportarlo y le dijo que se fuera de la casa, a estas alturas ni su madre se opuso, tendría que darle una lección o internarlo en algún centro psiquiátrico.
A Sebastián no le importó lo más mínimo y juntó algo de ropa en una mochila no sin antes decirle a todos que se arrepentirían de haberlo echado.
El tiempo fue pasando y nadie volvió a saber de Sebastián, a pesar del llanto de su madre continuamente, el padre no quiso que se volviera a hablar del él en la casa.
Nueve años más tarde, la fotografía de Sebastián apareció en el principal diario de la ciudad, lo buscaban por asesino, había matado a una novia que tenía debido a que la muchacha al darse cuenta de cómo era quiso dejarlo. La torturó con su navaja hasta dejarla desangrar en un callejón, donde vivía ya que al no trabajar no tenía casa. La muchacha que tampoco tenía a nadie y dormía en la calle, dejó que él con sus mentiras de que cuidaría de ella, la engañara.
Como siempre, robaba y estaba tan acostumbrado a hacerlo que era como un oficio en el que era el mejor.
Sebastián ya no estaba en su ciudad ni en su pueblo, hacía mucho tiempo que gracias a que, a su manera era muy inteligente, logró viajar al extranjero mintiendo y estafando. Pero, siempre hay alguien más inteligente y pasado algún tiempo fue arrestado con tanta mala suerte que la inteligencia del que lo arrestó era superior a la suya y pronto fue llevado a juicio.
El país donde vivía tenía leyes muy diferentes a las de su país, donde se podía pasar por alto algunas cosas y librarse de un arresto con amenazas y coimas, este país no toleraba a los asesinos y la silla eléctrica era lo que le esperaba luego de haber comprobado la fiscalía que no sólo había matado a su novia en otro país, tres personas más habían sido muertas asesinadas de la misma manera y con huellas y muchas evidencias en su contra fue al fin, luego de mucho tiempo de estar preso, hasta su destino final.
Al ir hacia donde lo esperaba la silla, con sus cables eléctricos y la gente que desde otro lugar observaba, Sebastián no sintió miedo, estaba seguro de su buena suerte y pensaba que a último momento se cortaría la luz y no podrían ejecutarlo, pero esta vez no sucedió así y pronto y sin que se diera cuenta estaba atado de pies y manos y le estaban poniendo cables por todo el cuerpo.
A pesar de todo, sonreía, confiando en su buena suerte y llegó el momento, la señal fue dada y se inició el proceso, la muerte tardó en llegar, pero al final luego de examinarlo se comprobó que estaba muerto. Muchos fueron los que se alegraron, había sido un ser perverso.
Lo que la gente no supo jamás fue lo que le sucedió verdaderamente a Sebastián, al morir observó una luz muy brillante por un lado y otra luz, aunque ésta era diferente, lo pensó y se decidió por la más brillante, pero esta vez, la suerte no estaba de su lado y una poderosa mano de fuego lo arrastró hacia aquél túnel donde una voz horripilante le gritaba al oído que un ser como él no podía ser desperdiciado tan fácilmente. Sebastián comprendió al fin, aunque tarde, la diferencia entre el bien y el mal.
Omenia 12/6/2023
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