EL SOCOTENSE QUE LE GANÓ A UN OSO
Por allá, por la segunda mitad del siglo XX, en Socotá se acostumbraba que, para el día de Corpus Christi, los cazadores se organizaban en grupos y marchaban, hacia las montañas o a los páramos del municipio, con el fin de conseguir animales silvestres. Las cacerías, por lo general las hacían, antes del jueves de Corpus, con motivo de esta fiesta.
Los cazadores alistaban escopetas, machetas, cuchillos y sus perros orejones, y faltando unos 10 o 15 días, para la celebración, partían hacia las montañas, en busca de los venados, los osos y otros animales corpulentos, y aves que, encontraban a su paso. El producto de su cacería, el jueves de corpus la exhibían en la puerta de la iglesia, colgados de las patas.
En oportunidades estos ejemplares, sobre todo los venados, llegaban a los cinco y hasta siete animales muy hermosos. Los osos, animales corpulentos, bajaban a las fincas, por el ganado vacuno y yegüero. Los cazaban con perros, aunque estos solían matar muchos caninos. Sus pieles, se estiman en la industria, y la manteca era bendita, para la descuajadura.
Estando en este oficio de la cacería, en el Parque Nacional Natural de Pisba, don Lisímaco, un hombre de 52 kilos de peso, fue sorprendido, por un oso, que se le abalanzó, sobre su pequeña estructura corporal, quedando cuerpo a cuerpo, mordiéndole una mano, y este como pudo, desenfundo la macheta y le mando un machetazo, y se fueron rodando, por el abismo, quedaron separados, el oso lo miraba y él también, el animal rugía y se paraba en dos patas, y se le acerco a echarle muela, cogiéndole la rodilla izquierda, la cual le desgarro.
Con la adrenalina que se produce, saco fuerzas, de donde no las tenía, y pudo quitarse el oso de encima, dando volteretas, hasta que cayeron en un chamizal, pero el oso le rompió dos costillas, al cogerlo del cuadril; forcejeo tanto con el animal, que lo boto lejos, quedando sin sentido, como desmayado, el oso aprovecho y le mordió un pierna, sacándole el pedazo, del dolor se despertó, y le puso un machetazo en la cabeza, y el oso se fue rodando, por un abismo, mientras tanto llego uno de sus compañeros de caza, como pudo lo ayudo, le puso vendajes con unos trapos, le dio aguardiente para el dolor, y lo sacaron en andas, hasta el sector de Quebradas, donde ya pudo recibir, un poco más de atención.
Los amigos de cacería, encontraron días después el oso muerto en el abismo, el cual llevaron, para el pueblo a exhibirlo, en celebración de la fiesta de Corpus Christi, y por supuesto, a compartirla la exquisita carne, con todos los fiesteros, en un suculento almuerzo.