Ciruelo,
qué hermoso tu color y agrio tu beso,
jugosa estampa de carne tersa bicolor,
blanca y rozagante
aromática y letal.

Me he puesto alba de una pincelada cuando me he acostado en tu tallo
y tú riendo de placer haz mecido tu moño y esparcido los pétalos exiliados de los brazos,
me pones doncella,
romántica de una sola ráfaga visual.

Traigo hormigas venidas de lejos,
de allá del poniente donde el sol es amable
para que escalen tus ásperos cueros y se vistan de gasas,
así bailaran para ti esta noche,
mientras yo me duermo comiendo tus frutos ácidos recursos de tu savia boreal,
voy cayendo en cuenta que no soy una humana sino una cuncuna de seda hipienta
de tonos fucsia verbena que engancha su larga melena al servicio de tu rosado afro,
que me ha enamorado, esponjado y embriagado el Enguindado que te he succionado.