Me creí en un claro solo para terminar en el centro de un dédalo de aspecto celaje.
A través de la mente esperanzada me engañé.
Me creí mi propio montaje y heme aquí otra vez.

Buscando análisis de un recuerdo resucitado que debió quedarse en tiempo retrógrado estancado, sin volver en onda a palmarme el hombre y susurrar un saludo.
A través del autoengaño caigo en espiral a lo repetido.
Soy falsa erudita de lo inaprendido.
A través de un arco luminoso esperé un remanso para caer sin gracia en un foso y me aplauden desde arriba, sentenciando un único resultado que al fin fue logrado.

Le titubeo al silencio y me niega su consuelo.
A través de la lucidez erré.
Porque como era de esperarse, nunca estuve en la calidez de su indulgencia, pero el caos aguardaba por mí, extendiendo sus dedos.
A través del desastre terminé siendo puesta en escena, paralizada en destiempo.
A través del caos un propósito impropio poseyó mis pieles cuan demonio y por una vez, no ofrecí pugna sino que me vi, como bártulo de lo senil.
A través de lo que viese como salvación descubrí su antecesor; la desesperación disfrazada de decepción.