A través de los años se ha utilizado el refrán de ¨quemar las naves¨ como Cortes. Con esta migración a Europa en búsqueda de un mundo mejor como lo hicieron nuestros antepasados, pero ahora no viajamos en carabelas, sino en aviones muy lujosos que nos hacen creer que estamos en primer mundo al subirnos en ellos estando en el submundo nuestro.
Cada uno hace sus maletas dejando a al alguien atrás, que guarda sus recuerdo, su infancia casi sin darse cuenta. Detrás de sus maletas que estrictamente tienen un limite que se hace cada vez mas cruel al momento de tener que decidir entre llevar un kilo de yerba, o esa radio vieja que lo ayudar a estudiar de eso que pensaba vivir, que aquí no hay lugar.
Nuestros antepasado cargaban con grandes cofres que albergaban su ayer y su hoy en medio de un par de frazadas para póder dormir en el viaje, ahora la tecnología nos ayuda a viajar cómodos y en menos tiempo, pero en cambio no entra esa muñeca de la nena, los libros, etc. Costos en post de un bienestar mejor.
Con el pasar de los años todos hacen referencia de Cortes, que de cortes no tenia nada; y nadie hace la mínima mención del que tubo que prenderlas fuego sabiendo que el era el que cambiaria la historia y otro se llevara el crédito. En la actualidad la familia entera hace el esfuerzo para que emigre uno de los miembros, mientras los otros se queda en la carabela tratando de apagar el fuego para mantenerse a flote. Entonces no es erróneo decir que ¨quemar las naves¨, no seria bajarse de ellas con la seguridad de que están ahí.
Ahora el ¨Nuevo mundo¨ es el ¨Viejo mundo¨ esto es una muestra mas de cíclica que es la historia.
Volviendo a ese marinero fiel al cual nadie a nombrado en el transcurso de la historia, como supero el quemar sus propios recuerdos y cumplir su orden, si sin duda la obediencia ha sido el principio de grandes cambios, buenos o malos. En la actualidad hay muchos marineros obedientes que son los encargados de prender fuegos sus recuerdos y los ajenos que se suman a la fogata, en post de aquellos que vieron desde la orilla las naves hechas cenizas desde el viejo mundo con la sorpresa de la perdida, pero no con la carga de la misma.
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