¿Ustedes se conocen de algún lado aparte de viajar juntos?
Ismael de mirada profunda y negra ni pestañeo y le hablo bajito” decile que sus ojos son de un azul celeste muy profundo y que me gustaría conocerla”
Ella la miro y se lo dije en hebreo a lo que a lo que la empleada del aeropuerto contesto, sonrojándose, también en hebreo.
Pasaron por la aduana sin más trámite.
Ismael Gutiérrez y Víctor Santa María viajaron a la otrora Palestina justo en el año que estallo la embajada de Israel, en Argentina.
Ellos hacían terapia de vidas pasadas.
Habían regresionado en varias sesiones, que habían sido cruzados en tiempos de la Guerra Santa y que habían luchado con espadas libertarias para rescatarla de los sarracenos.
Querían viajar a Tierra Santa para verificarlo.
Ella había cobrado un dinero de una herencia y acepto gustosa viajar con ellos, y a ellos aparte les convencía porque ella sabía el idioma hebreo.
Ismael cumpliría 31 años en la ciudad de Jerusalén.
La camarera del restaurante donde festejaron su cumpleaños, trajo una torta con velita celeste, que Ismael soplo delante de todos pidiendo tres deseos en voz baja.
“Que la empleada me de bola”.
“Que pueda conocer a una mina”.
“Que se cumplan los dos anteriores”.
Visitaron todos los lugares más emblemáticos de Medio Oriente en esos días de noviembre. En un hotel de alguna ciudad perdida en el desierto, no hubo más habitaciones. Durmieron los tres juntos. Dos en una cama matrimonial y uno en una cama individual.
A la mañana siguiente la conserje mirando a la mujer con una sonrisa festiva, dijo a viva voz como gritando.
“Bravo, este es un país en guerra y quizás mañana explote una bomba”.