Sentirse corriente, apunto de flotante y siempre pesante aplastante de esa misma fuerza errante. Los mismos dedos que me dan placer me callan, me peinan, me limpian, me ensucian, son el medio de expresión y el obstáculo de ella. Ellos escriben, ellos dibujan, pintan, conocen... decodifican y recodifican. Pero luego me callan, justo en ese momento, justo en ese momento en el que parecía que me liberaban, me callan. Instrumentos de mi libertad me apresan. Los dedos, las piernas, las palabras, la voz... ¡hasta la liberación de los prejuicios me encierra en nuevos modelos! Gritos ahogados, violentas furias color de rosa se filtran en el camino y una piña llega en caricia (pero la violencia es la misma), se siente y confunde. ¡Otra vez maldita contradicción! El intento comunicante solo logra confundirte. El crecimiento trae conocimiento y estúpidamente lloramos de alegría... cuando somos chicos, lloramos si estamos tristes o nos duele algo y reímos cuando estamos contentos ¡Hermosa simpleza! Los vemos por la calle con sus ojos tan claros, tan sin contaminar, tan enseñantes que envidias y orgullos (tal vez porque ya es imposible el retorno) los hacen a un lado y sólo vemos su belleza. |