Cuando abrí los ojos, estaba en una capsula. A través del vidrio empañado podría ver diferentes rostros. Me sentía seguro adentro, hasta que abrieron el vidrio. Me costaba respirar, había tanta gente. Algunos uniformados, otros registraban el momento con unos aparatos hasta entonces desconocidos para mí. Me sentía pequeño y frágil. Me llevaron a un lugar que llaman hospital, donde generalmente curan a las personas. Personas. Creo que en ese momento no me sentía una persona. Me metieron a una habitación de paredes blancas, me echaron en una camilla. Había varias de estas personas vestidos de bata blanca, después aprendí que las personas pueden ser hombres y mujeres. Me tocaban, me revisaban. Según ellos revisaban mis signos vitales. Anotaban en cuadernos. Yo me sentía aturdido, trataron de darme oxígeno, pero alteraron mis signos vitales, vinieron otros hombres vestidos de bata blanca, me inyectaron cosas. Hasta lograr estabilizarme. Después de eso me daban pequeñas capsulas que tendría que tomar toda mi existencia.
Estuve un buen tiempo, varios meses en el tiempo de este planeta, en esa habitación de paredes blancas. Me visitaban otras personas. Que conversaban conmigo, pero al comienzo yo no entendía su idioma. Hasta que vino una de esas personas que llaman mujer, de pelo largo castaño que me ayudo a comunicarme y me enseño su lenguaje a hablarlo y a escribirlo. Se llamaba Susana.
También de vez en cuando, venían uno de esos uniformados que vi cuando abrí los ojos al encontrarme en la capsula. Se presentaba como el General Rodríguez. Siempre me hacía recordar su rango cuando se presentaba. Venía siempre a hacerme las mismas preguntas ¿por qué estaba en mi capsula? ¿cuánto tiempo me quedaría? Había otra mujer que me visitaba después de la que me enseñaba a comunicarme, se llamaba Ana. Me hacía preguntas y siempre concluía que había perdido la memoria. Yo quería saber cómo podía encontrarla. Esa mujer me dijo que me ayudaría a recuperarla. Yo le dije que quizá la había dejado en mi capsula, si pudiera ir. Me acompañaron las dos mujeres, el General Rodríguez y dos uniformados más. Me dejaron buscar por varias horas hasta que les dije que no había encontrado la memoria.
Esa noche varios hombres uniformados, hombres de bata blanca, Susana y Ana conversaban acerca de mi destino. Llegaron a la conclusión que era inofensivo, que era como un niño, que me dejarían en la casa de una pareja que pertenecían a los hombres de bata blanca. Me dijeron que ellos serían mis padres, mi nueva familia.
Pasaron años, para acostumbrarme a mi nueva vida. A mis padres, a mi nueva familia, a tomar mis medicamentos. Ir a la escuela. Los chicos de la escuela me miraban raro, me hacían sentir raro. Pero siempre recibía la visita a Ana, yo le contaba todo. Ella me explicaba que yo era diferente por eso me hacían sentir así. Pero me dijo que poco a poco me verían como una persona más. Mis padres una vez me regalaron unos comics, de un tal Superman incluso vi una película ahí descubrí de donde sacaron mi nombre de humano, Clark. Me gusto mucho era mi favorita. No dejaba de verla y de leer los comics. Ahí me di cuenta lo que tenía que hacer. Tenía que ser un superhéroe para ser aceptado. No sabía si tenía que disfrazarme. También sentía que no podía volar, pero tenía que atrapar a los malos. Pero en el vecindario nunca pasaba nada malo. Una noche camine y camine, hasta salir del vecindario tenía que encontrar a los malos para ser un superhéroe. Vi pasar a Susana quise acercarme para saludar, pero un hombre apareció detrás de ella y empezó a jalonearla. Ese era el malo. Tenía que ser el malo. Lo había visto en Superman. Le puse la mano en el hombro a ese hombre, me empujó y caí en el suelo. Seguía siendo pequeño a pesar de que habían pasado varios años. Se acercó, empezó a patearme e insultarme. Algo se agitaba dentro de mí. Cerré los ojos y cuando los abrí. No estaba Susana, la busqué con la mirada y entre mis manos tenía la cabeza de ese hombre. Enseguida fui corriendo a la casa de Ana, toqué la puerta desesperadamente. Cuando ella abrió, me miró horrorizada mientras la decía:
-Ahora sí, ahora sí, seré una persona como todos, como Clark Kent.
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